Diario de un patio andaluz: 14, Eurocopa

Javier Ruiz Barquín

Día 10/24

Me levanto tarde porque un poco antes de las cinco me vine al salón y me acurruqué en un sofá. Dudo si poner la TV y ver el resumen de la jornada de ayer pero me costaría más coger de nuevo el sueño. Las luces de la calle entran por las ventanas. En el patio se entrevé, negra, recortada, una parra; en la otra ventana, la madreselva que no acaba de ponerse bien, demasiado sol, quizás. Pienso en pintar de verde la puerta de la librería, el marco del escaparate, con el resto de pintura verde mayo que ha sobrado de arreglar la bañera-estanque. Pienso en problemas y problemas y soluciones. Problemas normales de clase obrera, problemas que no son, esta vez, graves y que te mecen el sueño porque no les haces el caso que ellos creen que merecen. La fiesta del fútbol que son los primeros días de un gran torneo, acabó anoche. Ya no hay más días con tres partidos seguidos. Sí, hay días con cuatro partidos pero dos son a la misma hora, no es lo mismo. Tengo la frustración de siempre de no haber visto todo lo que podía y quería, de haberme perdido partidos, jugadores, jugadas. Eso es tan cierto como que los dos últimos días estaba saturado de fútbol, de falta de rutina, de escasez de tiempo y apenas he visto fútbol. Me levanto tarde porque al fin me dormí y son ya las ocho.

El viernes viene familia a comer y vamos a la freiduría Santa Mónica que han puesto frente al polideportivo en Albolote. Pescado —que no es nada vegetariano— a buen precio y muy rico. Al final de la comida llega el calor. Me cuentan buenas noticias médicas que son —con la lotería— las mejores noticias. No llego al Eslovenia – Ucrania pero se han cargado a Lunin (al que todavía le falta un poco para ser un gran portero, aunque en la prensa Disney de la M-30 sí lo sea). Tenemos cena en casa por la noche y paso el Polonia – Austria haciéndole más caso al libro de “La gloria vegana” que me regalaron les niñes en Reyes que al partido. Pongo avíos a preparar y, mientras se cuecen las patatas y los huevos, acabo el post del día anterior, que por la mañana no me ha dado tiempo. 

Oigo a Olafur Arnalds, “Living Room Songs”, mientras escribo y pienso si debería intentar leer “Rural: The Lives of the Working Class Countryside”, de Rebecca Smith o si mi interminable lista de libros urgentes ya es suficiente. Pongo un tuit proponiéndole al Capitan Swing que lo publique en castellano.

Mbappé no juega, como es lógico, tiene la nariz rota. No veo el Francia – Holanda, pero la cena es muy agradable y la comida está rica y qué pena que las amigas tengan que emigrar para poder ganarse la vida. En el patio huele a dama de noche. 

Me quedo trabajando en la librería hasta tarde y cuando llego y cojo restos de la noche anterior y me siento a comer, está acabando el primer tiempo del Georgia – Chequia. No le hago caso y me duermo. Leo la última página de El País y Jabois entrevista a Alejo. Qué fan era yo de este señor y de Ariel. Ha grabado una canción con Sabina. Porca miseria. Quiero ver el Portugal – Turquía, pero me distraigo formateando un portátil. Portugal sale con un 442 y todo funciona mejor. Cristiano juega en diez metros y ahí sigue siendo brillante. Con los años, ha aprendido que lo importante es ganar y le da el balón en el tercer gol a Bruno Fernandes. O, quizás, como dicen en el As, quería batir el récord de asistencias de las eurocopas. Turquía dura hasta el primer gol y luego lo intenta y sufre porque no tienen tanta calidad como Portugal, que, hoy sí, parecen un candidato a todo. Güler juega un rato y tiene aires de grandeza pero los portugueses son muy superiores físicamente en los duelos y no hace nada. Otro al que todavía la falta. 

Salgo con M. a pasear al olivar y nos encontramos con otros perros y Anjana ya está mayor y más tranquila y Milan siempre es sociable y nunca tiene problemas con nadie y el anochecer en Sierra Elvira es deslumbrante. Llego a tarde a Bélgica y me divido entre el portátil que estoy arreglando y el fútbol y me siento culpable. Al final no me sirve el Elementary OS y le instalo el Linux Mint con Xfce. Sólo necesito que comparta ficheros y se pueda oír música con el Strawberry. Lukaku hace todas esas cosas que me gusta que haga y le anulan goles por milímetros. Lukebakio me sigue pareciendo buenísimo, ojalá se quede en el Sevilla. El grupo se queda con todos empatados a tres puntos y un partido en el que el empate les vale a los dos y el fútbol y los tratos son muy antiguos para estas cosas y ese partido salvo estupidez o negligencia acabará en empate. Bélgica se la juega con Ucrania, pero también le vale el empate. Los últimos partidos son diferentes porque juega La Presión. Los mejores son los que mejor juegan con ella, pero los primeros partidos, que también tienen mucha intensidad —esto, a dios gracias, no es la NBA— permiten ver más fútbol, un fútbol más normal.  Se acabó el atracón de fútbol, esta noche juega Toni Kroos, aunque igual descansa. Todavía no es lunes.

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