Día 3/24
Voy con España como el niño de barrio obrero que fui. Como el señor que llega al bar a ver el fútbol y anima con todos los demás sin conocerlos. No me interesa el pensamiento crítico que cuestiona la militancia política de tipos que rondan los treinta años y no tienen que ser ejemplo de nada fuera del campo. No me interesan ni las sutilezas ni saber que los reyes magos son los padres. Voy con España cuando el entrenador me cae bien, como Luis Aragonés, Del Bosque o Luis Enrique, y cuando me parece un pobre hombre. Voy con España porque tengo demasiados muertos detrás que iban con España y pocas cosas me avergonzarían más que darles vergüenza a ellos. Y voy a disfrutar de la Eurocopa porque me encanta el fútbol y es una fiesta ver tantos partidos interesantes en dos semanas.
Me monto en el coche y saltan los Who en el casette. Pictures of Lily. Pienso en lo bien que me hubiera venido tener la capacidad de Kroos para tomar buenas decisiones entre los catorce y los veinticinco. Me deprimo un poco y me rescato comprando un comedero nuevo para los gorriones que vienen a mi patio. Les compro comida de perdices que es más barata. El hombre del Cash me mira con dudas. Es para los gorriones. Sonríe. Me gasto cincuenta euros en comida para gorriones y para Milan. Lo lamentaré a final de mes, que soy librero y autónomo. Magic bus. Paso la mañana en la librería porque le debía un día a S. liado con la exportación de datos a la nueva web y la rutina. Sólo al final logro catalogar unos pocos libros. Albornoz me habla de un libro de Tólstoi, “Mi viaje al otro lado de la realidad” y me lo tengo que llevar a casa para verlo. Llego tarde al partido de Suiza y no estoy muy pendiente. Quería ver a Xhaka que ya me gustaba en el Arsenal y que me encantó en la vuelta de la eliminatoria contra la Roma con el Bayer de Xabi. En la primera parte arrollan a Hungría y en la segunda los húngaros se van a por el partido con poca fortuna. Su extremo izquierdo (¿Kerkez?) tira un caño imposible y pone un centro fantástico a un hueco del área en el que no había nadie. Me duermo un rato. Hungría se desespera y pienso en cómo voy a poder ver el fútbol, tres partidos diarios, si ya normalmente nunca tengo tiempo para nada. Sencillo: no voy a poder. Voy a intentar ver todo lo que pueda, como si me inventara unas vacaciones de la vida, y voy a intentar no frustrarme con todo lo que me pierda.
No juega Dani Olmo. Ni Grimaldo, aunque esto puede que sea un problema menor. Juega Nacho que hace unas pocas cosas que no me gustan: pierde la posición, salta a destiempo, ralentiza la salida del balón, se suma al ataque y deja huecos atrás. Me gustaba más el Nacho pesimista de hace cuatro o cinco años que se limitaba a ser seguro atrás. Creo que a Carlo le gustan esas cosas tan poco como a mí. Es un jugador muy mimado por la prensa de la M30 y seguro que es buena persona. Pero no me tranquiliza verlo. Y Le Normand es un central limitado, que no comete errores pero que no es una garantía de nada. La selección tiene un agujero en lo que Luis llamaría su pasillo de seguridad principal: los centrales. Podemos pensar en Íñigo o en Pau Torres pero no suben el nivel. El mejor Laporte del City sí que nos vendría bien. Quizás esto explique que Luis Enrique pusiera ahí a Rodrigo en Qatar.
No me da tiempo a escribir en la libreta y luego en el ordenador. Me paso al teclado.
España empieza dominando desde la posesión y de repente los croatas nos quitan el balón y, sorprendentemente, nos viene bien. Un pase fantástico de Fabián y Morata marca gol. Ha marcado porque está al límite todo el rato y eso es buenísimo para el equipo. Qué más da si le pitan fueras de juego si engancha una de estas de vez en cuando y, además, estira al equipo y le da salida. Es su juego y lo hace bien. Morata no es una estrella pero es un buen jugador y recibe muchas más críticas de las normales. Entiendo que se quiera volver a Italia. Fabián hace dos recortes a trompicones y la pone en la esquina de la portería. Lamine mete un centro fantástico y Carvajal remata como el sorpresivo gran delantero que es este año. Carvajal es una estrella con cierta mala suerte: tantos años de carrera y no había jugado nunca un partido de Eurocopa. Croacia nos domina el resto del partido pero no tiene el talento de hace años. Dominamos las áreas y tenemos la calidad para decidir el partido en jugadas puntuales y un gran portero que nos salva unas cuantas situaciones complicadas. Si, además, tuviéramos dos grandes centrales como por ejemplo, Pujol y Ramos, seríamos candidatos a casi cualquier cosa.
Leo Twitter pero hay demasiada gente ocurrente. Me gusta lo que dice Miguel Quintana, que es de los pocos periodistas sensatos y lúcidos. El patio me llama y cuelgo el comedero nuevo de los pájaros. Les pongo agua también en otro comedero que tenía guardado. Salgo a pasear con Milan y hace fresco y sopla una brisa muy agradable. Me relajo y no intento llegar al partido de Italia desde el comienzo. Cuando me siento, va 2-1. No conozco a casi ningún italiano. Juegan a lo de siempre pero van ganando como siempre. Los albanos tienen esa torpeza y esa falta de inteligencia con la que nos ha familiarizado Uzuni. No los veo muchos mejores que él, no sé porqué no ha ido. Me gusta la equipación roja y negra. No veo bien la de Italia y me queda la duda de si será la más bonita, también como siempre. En el último minuto Donnarumma saca una y el árbitro no pita córner porque en Europa a los poderosos, también pero no tanto como en España, se les cuida. Hoy juegan Bellingham, Foden y Kane. Y Xavi Simmons a las tres.
Me flipa el fútbol. Y voy con España.