Día 2/24
La Eurocopa empieza en un momento en el que hay una disociación enorme entre cómo ven las élites empresariales el fútbol y cómo lo vemos los aficionados. Mientras ellos siguen diciendo que sólo interesa la Champions —y la Champions interesa una barbaridad pero no por lo que ellos creen— miles de aficionados se desplazan para seguir a Escocia, al Málaga o al Depor y en Granada se escriben cientos de tuits buscando una solución imposible a una gestión imposible. Y la Champions, mientras nos entretiene, como nos entretenía la Copa de Europa, va destruyendo las ligas nacionales heridas por las enormes desigualdades económicas que provoca. Si a eso le sumamos, en España, que el Madrid se ha convertido en una multinacional del entretenimiento, con los ingresos que eso supone, la liga puede que sea bastante aburrida, aunque las estrategias a medio plazo y orientadas sólo a ganar la Champions permitan ganar al Barça ligas como la del año pasado y aunque muchos aficionados estén o estemos pendientes de quién entra en la Conference, quién gana la Copa y la cuarta plaza de Champions o quién baja a Segunda.
Leo a Aramburu en El País: “Los ciudadanos de a pie simplemente constatamos que en todos lados falta personal, que se desincentiva el esfuerzo del emprendedor, que no hay tren que salga o llegue a su hora, que menudean las noticias de cuchillos violentos”. Los problemas de los pijos siempre tendrán un hueco en el más progresista de los diarios españoles en papel.
También le preocupa que Alemania juegue con una camiseta rosa. Pero no por la tradición o la historia. Porque es rosa. Y habla de un equipo melancólico y se le olvida que es un equipo en el que están Kroos, Gundogan, Neuer, Wirtz, Musiala… Quizás el mejor equipo por nombres de la competición. Aunque están Francia y la duda de si Inglaterra es tan buena como ellos y la prensa creen, o si harán como siempre y nos dejarán pensando como esos tipos lograron formar un imperio si no son capaces de montar un 442 en condiciones. Juega Vitinha en Portugal y eso los convierte en favoritos aunque tengan a Joao Félix. Y estamos nosotros, el país europeo que mejores entrenadores tiene, con un mediocre al mando. Qué buena metáfora es siempre la selección para entender este puto país. Nosotros, que vamos con una extraña mezcla de jugadores que no han sido y otros que no son todavía. Y Carvajal y Rodri, que esos sí que son.
Ayer, antes del fútbol, estuve un buen rato en el patio. Con una alarma a las nueve menos diez. Arreglé la mitad de las parras y enredaderas. Sigo sin encontrar una buena opción para la madreselva, que no soporta bien el sol pero tiene que estar en el emparrado y si la pongo junto a la casa, al norte, no crece en invierno. La parra virgen que saqué de esqueje y este año he movido de sitio, ya se ha pegado a la pared y va creciendo, pero está en un barril blanco de pintura reutilizado y debería o bien pintarlo, o bien comprar una maceta bonita. La parra que hay frente a mi escritorio ha crecido este año y empieza a dar sombra. La glicinia y el jazmín también están a un paso de convertirse en grandes de verdad. Até una rama del granado que brotó en el arriate al emparrado. No sé si lograré adaptarlo ahí arriba, para dar sombra, pero me gustaría.
Alemania le da la pelota a Kroos y Kroos se la da a Alemania. Parece fácil, pero Kroos es un mito porque sabe marcar el ritmo y sabe elegir bien cada momento. Sabe esperar y devolverla justo cuando el escocés de turno ha empezado la presión y ha aparecido el espacio. Sabe cuando Kimmich está solo en la banda y bah, qué son cuarenta metros para un pase. Se le ve escorado a la izquierda, casi como un central más, viendo el partido y entendiéndolo mejor que todos nosotros y que todos los demás. Levanta la cabeza y coloca a un par de compañeros en un sitio mejor, un par de metros mejor. A Gundogan no, ése sabe dónde tiene que estar y su cara de enfado permanente dice que no todo está saliendo como debería, que algo falta. Kroos mira atrás y sonríe: está Rudiger y detrás está Neuer. Mira a las bandas y si fuera Carlo levantaría una ceja pensando en que Musiala y Wirtz son buenísimos pero, a la vez, son unos niños todavía. ¿Qué pensará Kroos de Havertz? ¿le recordará su aparente apatía y su calidad al Benzemá joven que conoció? Havertz, hasta en el gol que da, no hace lo que los cánones utilitaristas dicen. No tira a meta y prefiere recortar, porque los artistas incomprendidos, también los alemanes, son así.