Otra dimensión,
por Ángela María Egea Martínez
Tras estas intervenciones de voces autorizadas, sólo quiero poner una nota de afecto sincero recordando a mi hermano, Quisquete, apoyándome en algunas palabras suyas, transcritas en el libro Javier Egea, 1969-1999 Taller del autor, que eran anotaciones muy personales de sus carpetas, ilusiones, pensamientos, detalles sensibles, del cual leeré algunos fragmentos, para:
1.- Destacar que la poesía fue su vida, que desde el inicio se trazó un destino. En 1969 para preparar un recital escribe:
(Porque) He aprendido en la vida que es mi deber propagar la sonrisa, propagar en mis versos una lágrima cierta que brote entre sus letras, para que alguien se sienta más fuerte, tan fuerte, que pueda romper el hilo más delgado con sus manos.
Y yo quiero cumplir mi destino con mis versos.
Aunque el viento se aleje, aunque me arda el pecho, aunque sienta en mis manos la furia del deseo, cumpliré mi destino: VIVIR, LUCHAR, PROPAGAR UN ALIENTO, AYUDAR AL QUE NUNCA ABRIÓ LA BOCA.
Y puedo decir que siempre fue fiel a esa idea.
2.- Además, resaltar la influencia que tuvo la música en su vida y obras. Recojo parte de lo que preparó para una tertulia en la Casa de Porras en 1994:
Tendría que remontarme a mi más tierna y perversa infancia para localizar mis primeros contactos con la poesía. Y de inmediato me llega el sonido claro de una voz, la de mi madre, que entona, acompañándose al piano, alguna canción napolitana. Aquellas melodías contaban historias de nostalgias y ausencias y amores apasionados. (…) Ya antes, antes siquiera de comprender las palabras de las canciones, oigo también el estímulo adormecedor de su voz susurrando nanas de letras cálidas con las que se iban cerrando aquellos ojos míos de mil novecientos cincuenta y tantos llenos ya de un asombro y un miedo infinitos. Fue sin duda esta confluencia de música y letra la que inconscientemente me impregnó de eso que más tarde supe que llamaban poesía, con sus ritmos, sus rimas, sus cadencias y su discurso ideológico.
En otro momento dice:
Para escribir una obra necesito una tonalidad musical y un paisaje de fondo. Es entonces cuando me meto de lleno en una aventura que voy descubriendo poco a poco, Concibo el libro como un todo. Es una aventura con principio y con final.
3.- También quiero resaltar el valor de su autoformación. Continuamente tenía en sus manos unas cuartillas en las que tomar notas de un libro, desde autores clásicos a los contemporáneos y se relacionaba con el mundo de la cultura, como habréis podido ver en las fotografías expuestas.
Quisquete dejó voluntariamente nuestro mundo finito. Si después existe otra dimensión cósmica, cuántica, infinita … a la que pueda llegar la energía que se desprende de los aquí reunidos por la emoción que provocan sus versos él vibraría percibiendo cumplido su destino.
Bibliografía: Javier Egea Taller del Autor (1969-1999), Volumen I. Edición de José Luis Alcántara y Antonio Hernández García.Ed.Bartleby. 2015.
