De El bronce de los días
y de Sonetario, por Enrique Morón
De El bronce de los días
(Port Royal, 2003)
(…) Por eso, cuando una mañana de julio del 99, leí en el periódico la noticia de su muerte, y tras asistir al sepelio, me acordé del maligno hado que, a veces, le rondaba la cabeza; y no sé cómo me vino a la memoria aquel soneto que en una noche de copas, hace ya muchos años, hicimos él, Juan J. León y yo. Juan, con su sentido del humor, le dio título de Conjuntivitis, por el hecho, como es lógico, de haberlo escrito, conjuntamente, entre los tres. Del soneto no se guarda el manuscrito, pero sí una copia a máquina. Quizá nuestro amigo Juan rompiese el original, tras copiar el texto. Hoy es difícil averiguar qué verso pertenece a cada uno, pero me consta que los dos últimos son de Quisquete:
Conjuntivitis
Vendrán por ti los hombres para quemar tu piel
y harán de ti una sombra más larga que la historia
y seguirás andando, rodando en esa noria,
envolviéndote en brasas sobre el blanco papel.
Vendrán por ti los hombres ofreciéndote miel
o la hiel pegadiza, o la sal, o la escoria,
que lleva el hombre anclada la niebla en su memoria
y su memoria es vana y su silencio cruel.
Pero el hombre es el libro que desata la vida
aunque a veces le llena las páginas de muerte,
aunque a veces le llena las páginas de olvido.
Vivir es olvidar, pues que quien vive olvida.
Recordar es la herida que en sueño se convierte,
en alba ajusticiada… Soy hombre y me suicido.
Quisquete (Sonetario)
A la memoria de Javier Egea
Esta tarde de abril, ya emigran avefrías,
te recuerdo en el bar con las piernas cruzadas
y es noble ademán de tus manos o espadas
que orlaban de amapolas a tus ideologías.
Tiempos de juventud, de vinos y alegrías,
de pulcros arrebatos y musas delicadas;
de sueños y canciones prohibidas y de osadas
palabras solidarias en fraternales días.
Esta tarde de abril, Quisquete, amigo mío,
paseas por mis ojos, como buen peregrino
que se acerca al jazmín prudente de los años.
Hoy te acompaña Juan León, por ese río
que a todos nos devora, altivo y asesino,
con su lluvia de cuervos estimando sus daños.
(Sonetario. Editorial Nazarí. 2020)
