La estandarización del “cuidado de sí” y la ausencia de resistencia política
En efecto, desde el punto de vista de este análisis, se puede afirmar que la NORMA ISO también se propone regular éticamente estos potentes medios. Podríamos decir que se ocupa del “cuidado de sí” no sólo en la estandarización de las éticas corporativas y deontológicas, sino en en tanto pretende delimitar éticamente el uso de la IA[1] y de la comunicación entre las máquinas (IoTs) por la incidencia positiva/ negativa que pueda suponer sobre las personas y la propiedad.
El enfoque y los criterios éticos así aplicados provienen de la parte (stakeholder) “Academia”, es decir, de la producción del conocimiento en las universidades y centros de investigación, que se relacionan con esto que Foucault denominó “cuidado de sí” y que hoy parece externalizado. ¿Pero qué base teórica posee esta progresiva estandarización del ámbito ético y el reduccionismo psicológico? ¿En qué lenguaje se formula?
Básicamente el enfoque teórico y la terminología se toman de lo que las ciencias cognitivas y las ciencias neurológicas aportan, en detrimento de otras orientaciones menos afortunadas y menos en sintonía con el mercado. La característica básica de estos discursos es su supuesta cientificidad, es decir, el blindaje a toda crítica y la exclusión valorativa en la producción teórica de otros modelos explicativos. Tesinas, tesis, proyectos, investigaciones no pasan el filtro sino es bajo este modelo cognitivo. Todo lo que antes caía del lado de las ciencias humanas y sociales, ahora ha de ser “científico”. Los asuntos netamente humanos han pasado de la reflexión y el diálogo a la constatación estadística y la evidencia científica. Lo humano se afirma sin sombras de duda desde la experticia que ha sustituido a la reflexión en las distintas disciplinas. Se construyen así las bases de una ciencia del cuidado de sí sin posibilidad de apelación.. Al resto de modelos explicativos se les arroja a la papelera o se les niega la financiación por a-científicos.
Aún así, la expansión de este lenguaje experto, que explica “científicamente” lo humano, queda sometido a ciertas exigencias y a cierto enfoque. ¿Qué instrumento descomunal puede doblegar a este lenguaje científico, a esta ciencia de las ciencias? ¿Qué fuerza puede subyugar tan colosal tarea?
Pues un instrumento realmente poderoso surgido para evaluar procesos industriales, transferido luego al sector servicios, y hoy con vigencia cada vez más generalizada. Me refiero a la NORMA ISO. A la estandarización de procesos, enfoques, lenguaje y prácticas que, a finales del siglo pasado, se aplicó a los servicios (educación, sanidad, etc.) con criterios procedentes del mundo empresarial. Así vinieron al mundo expresiones como “enfoque al cliente”, “liderazgo”, “compromiso de las personas” (modelo empresarial, no político), “enfoque a procesos”, “mejora continua”, “toma de decisiones basadas en la evidencia” y “gestión de las relaciones”, “gestión de sentimientos”, etc. tal como se fija en (ISO 9001, 2015a) apuntando sobre todo al mercado.
En España el subcomité de la ISO dedicado a la ética (entre otros aspectos) se ha integrado, a través de la UNE (Asociación Española de Normalización). ¿Han oído hablar alguna vez de esto? ¿Hay algún debate político al respecto? ¿Hay alguien que sepa quiénes son sus representantes en la codificación de valores éticos derivados de la estandarización empresarial extendida hoy también a los servicios (educación salud, etc.)? ¿Los hay? Sí. ¿Se conocen? Normalmente no, pero sí a quienes se encargan de la evaluación en el centro, la empresa o el instituto, etc. Lógicamente la trascendencia depende del volumen de la organización y de la capacidad de proponer “mejoras” que provoquen cambios reales en la norma. Los estados a ese nivel aún tienen mucho que decir.
Bien es verdad que los estándares éticos suelen ser voluntarios, y que la NORMA a este nivel (el de la norma ética) aún no obliga, pero la lógica del mercado hace que los certificados de excelencia sean un aliciente también en este ámbito (ética corporativa[2], medioambiental, etc.)
Por otra parte, como los creadores de tecnologías de IA no tienen que respetar necesariamente la norma, el desarrollo de estos instrumentos potentes de implementación -en este caso en el ámbito que nos ocupa, el del “cuidado de sí” (moral y ética prêt à porter)- pueden tener consecuencias devastadoras.
Entonces, ¿qué hacer para participar en la elaboración de los criterios éticos personales, profesionales, políticos, públicos que han de ceñir la RED? ¿Cómo enfrentar, en el peor de los casos, que se rompan las normas con relación a tecnologías tan potentes? ¿Cómo enfrentar este desafío?
No hay mucho que decir salvo algo muy importante: poner sobre el tablero político (en el sentido más noble) el debate (en el sentido más noble también) sobre la NORMA que regula subrepticiamente nuestras instituciones y modula los perfiles y prácticas que alimentan el “cuidado de sí” y sus saberes.
Cultura política y avances tecnológicos deben aquilatarse en este frente. Hay una responsabilidad teórica y política a cubrir, sobre todo a raíz del Big-Data (tanto el Open-Data como el Close-Data) y el desarrollo de la IA.
Esta revolución tecnológica está afectando a su propia génesis (pronto no será humana) y a su reproducción, y a su difusión. Los efectos de esta tecnología se añaden a la transformación del legado y de la cultura en curso, que ya asoma a nivel jurídico, político, y también en la vida de las personas. La experticia que alimenta el “cuidado de sí” está ya externalizada en la educación, en formación profesional y genera normas éticas en los territorios productivos, profesionales, de consumo (éticas corporativas, deontológicas, normas en salud, en salud mental, etc.). Se pierde la perspectiva democrática e histórico-cultural en las disciplinas y en la formación, se vanalizan los valores democráticos, se excluye la dimensión crítica de la cultura en aras de la cientifización de las disciplinas, y crece la competencia normativa de la experticia, que igualmente, irá multiplicando sus efectos en la RED y fuera de ella.
Dudo, sin embargo, que el simple avance tecnológico y la implementación de estas normas sobre “el cuidado de sí” -tal como lo sugiere cierto optimismo político- suponga un salto cualitativo en la “mejora” de las relaciones sociales, en calidad de las “buenas prácticas”, en la “formación continua” del espíritu humano o en el diálogo interdisciplinar y sociopolítico en sentido constructivo. El vaciado de diálogo, de reflexión y de crítica interna en las instituciones y la externalización de la responsabilidad ético-política, cedida a la experticia, no ayudan a ello. No hay más que observar los estándares de valores y opiniones en los ranking de circulación en red.
Las quejas más frecuentes en la RED -de los usuarios de a pie- son relativas a la subida de imágenes o videos sin consentimiento, a los insultos e incitaciones al odio, a los atentados contra la propiedad intelectual, a la generación de propaganda abusiva, etc.[3] Por tanto la inmensa tarea de “democratización de la RED”, de nuestra ya realidad primera, supone un esfuerzo titánico que encuentra resistencias enormes sobre un fondo de opacidad a nivel de código, de cable y de contenidos agenciarios. De modo que transitamos desde la acumulación tradicional de poder a la estandarización conceptual del lenguaje del micro poder y al control tecnológico de un dominio cada vez más opaco y global. La ausencia de una “política de la izquierda” (por llamar de algún modo al desarrollo de políticas sociales efectivas, a la justa redistribución del beneficio y a la apuesta por los derechos humanos) frente al lenguaje experto, a los nuevos modos de instalación del “cuidado de sí”, y frente a estos tres niveles de la RED, deja en evidencia el abandono y la orfandad política a la que estamos expuestos en este horizonte donde la RED es dimensión esencial -para bien y para mal- en nuestras vidas y en la formación de la conciencia individual y colectiva.
[1] Norma ISO/IEC 23894.
[2] Un ejemplo de este modo asunción ética, ver: https://www.redeia.com/sites/webgrupo/files/publication/2023/04/downloadable/Informe_anual_de_gestion_del_Codigo_Etico_y_de_Conducta_2022.pdf
[3] https://www.legalitas.com/actualidad/cinco-infracciones-habituales-en-internet