De la concepción represiva del poder a la tecnología del poder
Cuando Michel Foucault comienza en los 70 el análisis del sistema penitenciario, desde la perspectiva del “cuidado de sí”, y de la correlativa manipulación de ese autocontrol del sujeto, cambia el enfoque que había adoptado en la Historia de la locura. Y en ese giro alude críticamente a Althusser; en lugar de centrarse en la producción de la ideología, propone hacerlo en las “prácticas”, de modo que queden patentes los rasgos y el sesgo de la operatividad del poder. Y si anteriormente había usado una mirada jurídica y negativa -consideración de los elementos que prohíben o sancionan-, ahora propone una mirada técnica para el análisis del poder, ligando las macro con las microestructuras, es decir especificando el micropoder y fijando su observación en los aspectos constructivos que soportan las “prácticas” que se refieren al “cuidado de sí”.
Que cada cuál sepa qué hacer en cada momento adquiere, así, una dimensión “técnica” del poder que cala en los individuos y rentabiliza las opciones del sistema para el mantenimiento del régimen de dominación. Esta mirada constructiva supone una nueva vuelta de tuerca a la relación del sujeto con la verdad.
El importante artículo publicado con el título Tecnologías del yo pertenece a esta última línea de investigación. Forma parte de las conferencias que en 1983 dio en Massachussets y que se imprimieron con el título genérico: The technologies of the self. A seminar with Michel Foucault.
¿Cómo compaginar “enfoque tecnológico” con el derivado de las “prácticas de sí” ligadas a una institución o una disciplina?
La clave está en la relación entre subjetividad y verdad, que es el hilo conductor en toda la filosofía de Foucault. ¿Cómo entra el sujeto en los “juegos de verdad”, es decir, en el conjunto de normas que permiten producir verdad?
Esta es una pregunta clave tanto si se trata de juegos de verdad teóricos y científicos como los relativos al control; pueden provenir de la ciencia y sus dispositivos o de aquellos juegos de verdad relacionados con las instituciones y dispositivos de control; psiquiatría, sistema penitenciario, etc. El análisis foucaultiano pasa por ese encaje de la subjetividad en los juegos de verdad instituidos y dispuestos para atrapar la subjetividad.
La relación entre subjetividad y verdad puede estar encapsulada en un saber que se impone al sujeto como una “práctica de sí”, tan importante desde la antigua Grecia y Roma. Ese “saber de sí”, con sus “prácticas de sí», será colonizado por las instituciones religiosas en la baja Edad Media, y posteriormente, en la sociedad capitalista por las pedagógicas y las científicas (médico-psiquiátricas).
Naturalmente, el enfoque de estas “prácticas de sí” se analiza en Foucault desde las relaciones de poder. Y la relación de poder, la más cercana y la más ciega, se juega en el campo de la sexualidad. ¿Tiene sentido entonces plantearse (recordemos que está en los años 80) “liberar nuestra sexualidad”? El propio Foucault contesta que no se trata de “ser dejados en libertad”, sino de “decidir cuáles son las prácticas de libertad a través de las cuales se determina qué es el placer sexual, qué es nuestra erótica, nuestro amor, nuestras relaciones pasionales con los demás”[1].
Para matizar lo aceptable de lo rechazable en las relaciones de poder, introduce una diferencia entre “relaciones de dominación”, de carácter unidireccional, y aquellas otras que son reversibles y pueden jugarse en el ámbito de la libertad. En las primeras, el sujeto sometido tiene poco margen de maniobra para elegir. Además es importante subrayar que toda dominación implica ciertas estructuras de verdad e instituciones encargadas de preservar e imponer la verdad. Esta relación de dominación hay que diferenciarla de las meras relaciones de poder existentes en el sustrato de cualquier relación humana.
[1] Entrevista a M. Foucault, 20 enero 1984. Dirigida por Raúl Fornet-Betancourt, Helmut Becker y Alfredo Gómez-Müller. Rev. Concordia: Internationale Zeitschrift für Philosophie. Nº6.