Cuando Michel Foucault comienza en los 70 el análisis del sistema penitenciario, desde la perspectiva del “cuidado de sí”, y de la correlativa manipulación de ese autocontrol del sujeto, cambia el enfoque que había adoptado en la Historia de la locura. Y en ese giro alude críticamente a Althusser; en lugar de centrarse en la producción de la ideología, propone hacerlo en las “prácticas”, de modo que queden patente los rasgos y el sesgo de la operatividad del poder. Y si anteriormente había usado una mirada jurídica y negativa -consideración de los elementos que prohíben o sancionan-, ahora propone una mirada técnica para el análisis del poder, ligando las macro con las microestructuras, es decir especificando el micropoder y fijando su observación en los aspectos constructivos que soportan las “prácticas” que se refieren al “cuidado de sí”.
