100 euros
Sofía Segura Herrera: billete de 100 euros
Se habla de “alta costura”, “alta cocina”… ¿tendremos que hablar de “altos cuidados” para que, algo que constituye la médula de la vida, empiece a tener valor?
Cómo se pueden valorar, en términos económicos, las noches en vela, el alma en vilo que suponen los cuidados de enfermos, mayores o bebés? O las horas y horas de días y más días a lo largo del tiempo pensando en qué poner en la mesa para que coma la familia? Y la ropa limpia y doblada, quién pone valor económico a todo ello?
Mucho tiempo ha pasado ya desde que los movimientos de mujeres empezamos a exigir que se derribara esa barrera, no por invisible menos real, entre lo público y lo privado. A pesar de los pasos importantes dentro de público por parte de las mujeres, no ha ocurrido igual en la asunción de lo privado por parte de los hombres. Con lo que se ha producido un gran vacío, podríamos hablar de un cierto abandono, en las tareas del cuidado.
Porque al mismo tiempo existía la demanda de que las estructuras estatales – no las caritativas, sino las justas – se hicieran cargo de una buena parte de ello. Gran ilusión que, antes de haber empezado a fraguar, empieza a evaporarse.
Y ahora, ¿qué? ¿Volvemos las mujeres a ocupar las estancias silenciosas del hogar para seguir haciendo el trabajo invisible que nos permite avanzar como sociedad “moderna”? O, de una vez por todas, la sociedad en su conjunto asume, desde el afecto y la responsabilidad, la tarea más importante, la única que posibilita la VIDA?