Agustina González López (Granada, 1891 – Víznar, 1936) fue una mujer excepcional adelantada a su tiempo. Pensadora humanista con influencias teosóficas, pintora vanguardista, escritora y política feminista, desarrolló una carrera artística, intelectual y política que escandalizó a la sociedad granadina de los años veinte. De dicha actividad polifacética, resultan las ilustraciones que evocan al trabajo surrealista de Remedios Varo, varias obras de teatro y textos ensayísticos como «Justificación», «Las leyes secretas» o «Idearium futurismo»; en este último, la autora propone una simplificación ortográfica del castellano, basada en la fonética, que hoy nos recuerda a la escritura abreviada de los SMS. De familia acomodada, heredó el negocio familiar, una zapatería en pleno centro de Granada, que le confirió cierta independencia económica y el apodo de «La Zapatera»; personaje que, a su vez, inspiró la obra «La zapatera prodigiosa» de su amigo Federico García Lorca. Ella, sin embargo, prefería llamarse a sí misma «Amelia».
Comprometida con las causas sociales, participó en las revueltas estudiantiles de 1919, durante las cuales se le atribuye el episodio exhibicionista mencionado. En 1933, se presentó a las elecciones generales de España por el Partido Entero Humanista, una formación política fundada por ella misma. A pesar de presentar un programa absolutamente progresista que remite a las bases fundacionales de la Unión Europea (la eliminación de fronteras, una moneda única, etc.), obtuvo un resultado insignificante. Asimismo, tomó parte en la creación de la Agrupación Femenina Socialista, asociación que pudo mantener cierta colaboración con la Juventud Universitaria Feminista, coordinada por Milagro Almenara Pérez, también una granadina brillante. Su actitud rebelde, en definitiva, le costó de joven el sometimiento a curas contra la histeria, o lo que ella denominó «locura social»; de adulta, la incomprensión y el desprecio social; y, finalmente, su propia vida. En agosto de 1936, Agustina fue detenida y fusilada junto con otras dos mujeres entre Víznar y Alfacar. El abogado y político conservador Juan Luis Trescastro, quien presuntamente asesinó a Federico García Lorca por «maricón», también se jactó de haber ejecutado a Agustina por «puta».