Paco Gris: La cabeza estrellada

Paco Gris, Sergio Hinojosa

La Primera Guerra Mundial

Sergio Hinojosa

La colección de pinturas, distribuidas en dos series que nos presenta Paco Gris, nos acerca a la experiencia terrible de la guerra. Colores, que se resuelven en texturas tornasoladas u ocres cercanas a la masividad de Tapies, aluden a ese espacio desolado del día de después. En la primera Cubrecabezas repite la imagen de un casco, un “cubrecabezas” que va adquiriendo diversas texturas y colores, dejando asomar por donde entró la bala el testimonio mudo de la guerra. En la segunda serie, Lamentaciones, el cuerpo es el que habla de su dolor. Fue la contemplación de una imagen del poeta Apollinaire, postrado, herido durante la Primera Guerra Mundial, la que indujo a Paco Gris a crear esta colección.

La guerra mandó a la tumba no sólo a Apollinaire, sino a millones de personas. Muchos cascos quedaron vacíos, muchos cuerpos retorcidos y separados de sus ilusiones. En esta repetición Gris recurre a Warhol, para denotar un cierto consumo del beneficio y la muerte. Arte transido de mensaje, hecho signo a base de repetición puntuada.

La Primera Guerra Mundial fue la primera conflagración global que aplicó la industria pesada a la producción de muerte y desolación. Comenzó en Centroeuropa, y pronto se extendió a todo el globo.      

El Norte buscó excusas raciales para ocupar lo valioso del Sur, y el liberalismo, transmutado en imperialismo, encontró motivos para la expansión mundial y la guerra. El nacionalismo vino a avivar el fuego en cada bando, Desde Tannenberg en la Prusia oriental a los Cárpatos, y desde Verdún a Caporetto. 

Desde hacía tiempo se alentaba la guerra. “La grandeza de la Historia reside en el conflicto perpetuo entre naciones” sentenciaba Treitschke. Era el influyente historiador prusiano, el historiador de Bismarck, defensor de la expansión colonial y enemigo de Gran Bretaña, que exaltaba la grandeza militar de Prusia y el prestigio del Sacro Imperio.  

En Alemania, durante el gobierno Hohenlohe que controló el país de 1894 a 1900, se instauró la llamada Sammlungspolitik (1897). Miquel, ministro de finanzas, reunió a los agricultores con los distintos sectores industriales y empresariales, para crear una “solidaridad de intereses” y formar un frente contra el movimiento obrero y el socialismo.

Uno de los efectos de esta “alianza del centeno y el acero” fue la creación de la Liga Naval. El Ministro de Marina, Alfred von Tirpitz, alentó con ello el desarrollo de la flota alemana para hacer frente a Gran Bretaña. La Liga Naval y de la Liga Pangermánica, ambas controladas por el grupo industrial Krupp y Stumm, constituyeron uno de los elementos clave para entender el imperialismo y la guerra como salida al expansionismo alemán.  

La élite alemana que entró en la guerra tenía un carácter “feudo-aristocrático-militar”, en ella dominaba el elemento prusiano, con sus técnicas de mantenimiento del poder ante los rápidos cambios sociales: represión directa, adoctrinamiento, división de la oposición y fuga hacia el imperialismo para solucionar las contradicciones internas. Sus principales propulsores: el general Moltke y el propio Guillermo II. 

El desarrollo de la sociedad alemana moderna (Gesellshaft), individualista y competitiva, chocaba con la herencia corporativa y asociativa de la antigua sociedad aristocrática y agraria, concebida como un todo orgánico (Gemeinschaft). Gran parte del asociacionismo prebélico, respondía a esta unidad natural añorada. Los Vögelwander, por ejemplo, realizaban excusiones, cantaban cánticos de exaltación tradicional y patriótica, y eran críticos con la democracia, el marxismo y el régimen parlamentario de partidos. Su visión crítica de la nueva sociedad encontraba en el capitalismo financiero personificado en “los judíos” la causa de sus males. Este lazo social de las pequeñas comunidades naturales se mantendría tras la guerra, y jugaría un papel esencial en el auge del nazismo.

En Estados Unidos e Inglaterra el darwinismos social desemboca en imperialismo, afirmaba Richard Hofstadter. Liberalismo y darwinismo se dan la mano en un nuevo impulso de las “razas superiores”: el imperialismo. Thomas Hill Green había conseguido en la Inglaterra victoriana que el liberalismo pasara de doctrina partidaria a filosofía de una nación: la libre y poderosa Inglaterra. Será Joseph Chamberlain, quien aproxime liberales y conservadores y sostenga el ímpetu de una política imperial. Una grandeza que exigirá la guerra.

Tras la Guerra de Cuba, Roosvelt se jactaba públicamente de haber matado con sus propias manos a un español. Fue él, quien reformó el liberalismo cambiando las reglas de juego empresariales de los trusts y atajando las influencias de los grandes grupos económicos, para limitar su poder a base de proyectar a EEUU como potencia imperialista.

Francia está resentida por el agravio infringido por Alemania con Alsacia y Lorena. El patriotismo popular de Michelet admiraba el “milagro alemán”, pero el nacionalismo francés de 1900 es ya hostil a Alemania. 

“Michelet creía en la unidad profunda de Francia, y su pensamiento era centralizador. El nacionalismo de 1900, por el contrario, es descentralizador, regionalista; Maurras, Barrés y el mismo Péguy, recuerdan de buen grado sus orígenes provincianos (…) los nacionalistas de 1900 creen en la virtud de las élites y en los beneficios del orden” (Jean Touchard). 

Maurice Barrés era nacionalista boulangerista. En su novela L’appel au soldat (1900), dedicada a Jules Lemâitre -quien fuera presidente de la Ligue de la Patrie Française- simboliza la “energía nacional”. La tercera república no era suficientemente contundente con el agravio sufrido con Alsacia y Lorena. Los que se opusieron al conflicto quedaron desplazados ante la “L’Unión Sacreé”. El socialista Jean Jaurés, fundador de L’Humanité, era asesinado en París por un militante ultranacionalista el 31 de julio de 1914, tras  oponerse a la entrada de Francia en el conflicto armado. Pero el gobierno de Raymond Poincaré logró esa unión con Gran Bretaña y Rusia, para hacer frente a la Triple Alianza (Alemania, Austria-Hungría y el Reino de Italia). Los cascos estaban ya repartidos.

Pese a que el nacionalismo boulangerista saliera derrotado, La Liga de la patria francesa es vencida por la defensa republicana y el combismo, la victoria corrió en gran parte a cargo de ese ímpetu. Fue la defensa de la cercanía, del localismo de la derecha francesa, reorganizada e incluida en la idea colonial imperialista, la que obtiene voluntarios para el deshuese. 

Austria y Rusia manipulaban los movimientos nacionalistas en el imperio otomano. Turquía y Austria ya se habían enfrentado por el control de Bosnia Herzegovina, y tenía planeado convertir a Serbia en estado satélite. Alemania penetraba económicamente en la zona a través de proyectos bancarios y del ferrocarril. Distintos intereses imperialistas se encontraban en la olla a presión de los Balcanes. Sólo faltaba la chispa.

Un joven bosnio, apoyado por el nacionalismo serbio, disparó a bocajarro al heredero Francisco Fernando a la coronas austríaca. Austria consulta a Alemania, y recibe del Emperador un “cheque en blanco”. El 31 de julio se movilizan las tropas rusas en la zona. Austria lo considera una declaración de guerra y comienza el conflicto. Los alemanes creían que se trataba de una campaña, que concluiría como muy tarde por Navidad. 

Para 1915 la situación en el frente empeora. La economía alemana no estaba preparada para un conflicto prolongado. Se suceden los motines por comida, y en 1917 comienzan las huelgas importantes. Las divisiones surgen en la izquierda. El Partido Socialdemócrata Independiente (USPD) se separa del Partido Socialdemócrata (SPD).

En 1917 Lenin publica Imperialismo, fase superior del capitalismo. Cree que el conflicto es un producto no de los estados naciones, sino del propio sistema capitalista.  

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