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Vigilancia y persecución: Reichssicherheitshauptamt (la fuerza que reunía la SD Sicherheitsdienst, la Gestapo (Geheime Staat Polizei) y la Kriminalpolizei o Kripo -; todas ellas dependientes de las SS Schutzstaffel), la Abwehr (inteligencia), la Wehrmacht (Heer, Krigmarine y Luftwaffe), y la Milicie Française
El lenguaje viene a ser eje central tanto de una revisión de las teorías clásicas de transformación social, fundamentalmente el marxismo, como de aquellas otras que toman por objeto las relaciones personales, sociales o intrapersonales como el psicoanálisis, sean de dominio, de igualdad, para detenerse en el lazo social o en las condiciones de su disolución.
Se intenta buscar una síntesis -y a veces un principio de individuación- entre la universalidad necesaria que impone todo tipo de lenguaje o realidad codificada, ordenada, y la particularidad del sujeto que es excéntrica, que se cifra en el deseo, o en un elemento diferencial apenas indiscernible.
Se hace una revisión de aquello que quiebra el orden del lenguaje, sea el relativo al orden propiamente lingüístico, sea el que concierne al pacto social y precipita a un estado de guerra, sea aquel otro que centra la atención de la antropología en el orden de sus mitos que sellan las alianzas o las rompen, o sea en los momentos revolucionarios o los impases y rupturas que acosan al marxismo o al psicoanálisis.
Hay un fondo irreductible a la sistematización, un componente activo, que escapa fuera, para hacer imposible la reducción de cualquier teoría a una mera aplicación técnica ya acabada y conclusa. Hay en ese sentido una derrota de aquello que denunciaba Heidegger en sus análisis sobre el pensamiento técnico.
Hay una oscilación entre considerar la determinación y la causalidad del lado del sujeto o del lado del objeto. Unas veces hay que atenerse y orientarse por la exterioridad, las condiciones objetivas, la estructura, etc.; otras por la conciencia, el inconsciente, las relaciones internamente inscritas en el sujeto, etc.
La acción se ve como problema esencial del cambio, y por tanto forma parte de toda teoría, casi siempre en un horizonte político. Por esto hay una cierta politización del pensamiento y el arte. La acción se concibe de distintas formas, a veces opuestas en las principales corrientes de pensamiento que anidan, casi siempre, en el corazón intelectual de París. Desde Sartre a Lacan, pasando por el acto creador de Bachelard, la acción cotidiana de Henri Lefebvre (cercano al situacionismo), o la acción en el horizonte del materialismo histórico y del materialismo dialéctico de su adversario teórico Althusser.
Hay otro pensamiento menos visible, más silencioso, pero más pragmático y con más incidencia en el tejido social: aquel que manejan la reconstrucción europea. Un pensamiento tecnocrático, que va imponiendo normas y requisitos a la formación de élites, a los flujos migratorios, al desarrollo económico y a las condiciones en las que han de funcionar las finanzas y las fuerzas productivas. La acción aquí no es impensada, simplemente incuestionada.
El “comunismo” como alternativa al concepto de “capitalismo” tal como había elaborado Marx y se había realizado políticamente en la URSS, China y los partidos occidentales comunistas, se pensó más desde el punto de vista estrictamente político y de relaciones de poder, que como alternativa económica y social.
La idealización obligada, por la presión internacional y el incipiente estado de esas sociedades, hacía pensar más en el pecado de “izquierdismo” o en desviaciones corregibles, que en un fallo estructural del sistema. Pese a todo, hubo denuncias en el seno de la izquierda contra la barbarie estalinista y la invasión de Corea del Sur por Corea del Norte, apoyada por la República Popular China y la URSS en el 50.
Georges Dumézil desde la cátedra de civilización indoeuropea en el College de France descubre algunas de las claves del discurso mítico. Comparando los textos antiguos los mitos de todos estos pueblos, demostró que obedecían a unas estructuras narrativas muy similares, que traducían una visión de la sociedad dividida en tres funciones: la sagrada-jurídica, la guerrera y la función de producción relacionada con la agricultura.
Georges Dumézil desde la cátedra de civilización indoeuropea en el College de France descubre algunas de las claves del discurso mítico. Comparando los textos antiguos los mitos de todos estos pueblos, demostró que obedecían a unas estructuras narrativas muy similares, que traducían una visión de la sociedad dividida en tres funciones: la sagrada-jurídica, la guerrera y la función de producción relacionada con la agricultura.