Pudor y respeto

Mariano Maresca

    En noviembre de 2003, cuando hacía un mes que Manuel Vázquez Montalbán fallecía en el aeropuerto de Bangkok, Mariano Maresca, fundador de nuestra revista, publicaba en Mientras tanto el siguiente artículo. Manuel Vázquez Montalbán fue un escritor que entendió la literatura como un “deber de memoria”. Su biografía, marcada por la cárcel, la clandestinidad y la exclusión, lo convirtió en un hombre de convicciones firmes y leales a los vencidos de la historia. Su infinita curiosidad y su vasta formación intelectual confluyeron en un interés constante por la cultura popular, que supo elevar a la categoría de patrimonio crítico. Obras como Crónica sentimental de España muestran la vigencia de su mirada frente a los intentos de manipulación histórica. Cercano, generoso y nada heroico, trabajó incansablemente para pensar la libertad.

    Tengo la impresión de que en el caso de Vázquez Montalbán buena parte de lo que se tomaba por timidez en realidad era una mezcla de pudor personal y respeto sin excepciones, y esto me parece llamativo en alguien que abrió los ojos a la historia yendo a visitar a su padre en la cárcel. La insensata crueldad. de este país se constata de manera implacable en el hecho de que el propio Manuel, como si el valor de iniciación de aquellas visitas no hubiese sido suficiente,  tuviera que repetir en su propia biografía la experiencia de la cárcel, la clandestinidad y la exclusión. Por eso no es tan difícil entender su lealtad a determinadas convicciones: no tenía que hacer ningún esfuerzo especial para recordar cada día todas y cada una de las deudas que la historia que hacen los vencedores tiene con los vencidos. Vivir era eso.

    Por la misma razón, escribir era para él un “deber de memoria”. Puede que en alguna ocasión su obra literaria se haya resentido de la exigente presión de su raíz política y moral, pero tengo la impresión de que, desde hace tiempo, Vázquez Montalbán había establecido unas prioridades en su trabajo y que en esa escala se imponía como innegociable la necesidad de pensar las condiciones históricas del dominio y la liberación. Política y culturalmente, siempre se ha movido desde una sensibilidad muy especial, fruto de una metabolización absolutamente personal de muchas culturas (no sólo la marxista). Recuerdo su respuesta, en un acto público en la Facultad de Letras de Granada, a la pregunta de cuáles eran los estratos de su formación intelectual: no dejó sin nombrar ni una sola de las manifestaciones importantes de la historia intelectual y política del siglo XX. En eso contaba mucho su infinita curiosidad: hablando con él, era inevitable preguntarse de qué no sabía algo Vázquez Montalbán.

    Para mí, uno de los frutos más interesantes de ese patrimonio cultural que Manuel fue reuniendo con tanta determinación es su interés prioritario por los registros de la “cultura popular”. Desde luego, eso lo define como un buen discípulo de Gramsci y da a lo que sólo parece versatilidad, capacidad para hacer cosas muy diversas, un sentido más complejo: ¿por qué tendría que haber cosas menos dignas de ser leídas que otras? Creo que el tiempo ha dejado suficientemente claro el valor de su Crónica sentimental de España, un libro que era necesario entonces (pero fue él quien se dio cuenta entonces de su necesidad) y que ahora, cuando avanza la ominosa operación de Estado de rescribir la historia de España, se revela como un libro imprescindible. Es gente como Vázquez Montalbán la que hace falta para detener el píomoaismo, denunciar el arrasamiento de la conciencia histórica por una propaganda inmoral que vuelve a violentar, ahora convirtiéndolas en culpables, a las víctimas que ya había exterminado con las armas. Él se dedicaba a eso, y trabajaba muchísimo.

    Me molesta que ya se esté hablando de Manuel Vázquez Montalbán como alguien que sin duda él no quiso ser: un ejemplar único en todo. Este hombre ha tenido una vida bien vivida, generosa con los demás y consigo mismo, y nada de eso lo ha hecho desde el heroísmo. Era tan próximo a los suyos porque los necesitaba como el aire para respirar, y por eso estaba siempre disponible y por eso nunca desdeñó la palabra de nadie. ¿Me permiten que nos recuerde a todos que ahora tocamos a mucho más trabajo?

    Comparte

    1 comentario en «Pudor y respeto»

    1. Manuel Vázquez Montalbán, Manolo para sus amigas y amigos, murió hace veintidós años en un aeropuerto del lejano oriente. No le dieron el Nobel, un premio lleno de hegemonía, blanquitud y anticomunismo, ni el Cervantes, esa unidad de destino entre la hispanidad y la españología. Su premio fue una vida ejemplar, una obra excelente y un público que lo echa de menos. El tiempo pasa, sí. La educación sentimental cambia como las memorias y los deseos. La deuda que tenemos sus lectores con él es impagable. Siempre irónico, poco amigo de las grandes palabras, no estaría cómodo con los elogios. Alguien tenía que decirlo: MVM fue el intelectual más valioso para las clases populares del siglo veinte. Decía MVM que un intelectual es aquel que se dedica a pensar y ponerlo por escrito. Pensó y escribió a una escala descomunal. Trabajo, trabajo, trabajo; ni un día sin escribir y pensar. La gratitud, y una cierta orfandad, es lo que nos queda a los supervivientes. La juventud que lea a Montalbán sin utilizar el presentismo encontrará una enorme compasión y una inmensa capacidad de digestión. Siguen siendo herramientas necesarias. La compasión que la ultraderecha no conoce, como elemento diferenciador, y la capacidad de digestión como herramienta necesaria para tragarnos las píldoras diarias de pensamiento paramilitar obligatorio sin que nos entre una diarrea y nos entierren en botella. Puede que estemos rodeados y no encontremos una salida. La violencia se dispara, la devastación prospera. No conocemos, como no conocían Bouvard y Pecuchet, las identidades que adoptan Carvalho y Biscuter en Milenio, nada útil frente a la barbarie. La inteligencia natural de MVM era un producto de la historia y la vida. Miente la historia, miente la vida. Un verso suyo. Descodificar las mentiras de la vida y la historia es un ejercicio necesario. Él lo hacía. Supongo que ahora mismo alguien lo está haciendo, aplastada o aplastado por la actualidad, el mercado, la geopolítica, la estupidez y las condiciones objetivas. Aquello de subidos a hombros de gigantes facilita algo las cosas. Para gigante, Manuel Vázquez Montalbán. Visca el Barça. https://todoloquesesobrepepecarvalho.blogspot.com/

      Responder

    Deja un comentario

    Olvidos de Granada
    Resumen de privacidad

    Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.