Por encima, debajo, imaginada
de luces torbellino inconcebible,
pronto el abismo mismo de lo horrible,
pronto la helada luz de la alborada.
Cansada de reptar, volar, doblada
por el visible ser de lo tangible;
perder, hallar, perder, oh tú, increíble
afán de los fanales en la nada.
Vuélvete con tus aguas, vuelve entera
de angustia a adormilarte en mi morada,
puesta a labrar la piedra del destino.
Vuélvete palidez, antes que muera
tu viudo corazón, tu inacabada
fiebre de equivocarte de camino.
Julio Cortázar (Bajo el seudónimo de Julio Denis, en Presencia, 1938)