No me atrevo a morirme por si es cierto
que después de la muerte sólo hay nada,
por si esta desazón enamorada
muere contigo y con mi desconcierto,
pues ni siquiera muerta a verme acierto
olvidada de ti, desamorada.
Me someto a vivir desesperada
por si en la muerte hasta mi amor es muerto.
Si pudiera morirme sin matarte,
si al acabarme tú no te acabaras,
qué descanso escapar de este calvario.
Ya ves dónde me lleva esto de amarte,
a no poder morir aunque me odiaras
y a aferrarme a este amor, a este sudario.
Francisca Aguirre (Alicante, 1930– Madrid, 2019)