Soneto V

Javier Egea

    Al salir de la curva la lluvia se hizo lenta,
    viscosa, impenetrable como una gelatina.
    Delante de los faros una sombra felina
    agitaba un pañuelo. Al fin sube, se sienta
           
    junto a unos ojos tristes. Por el camino cuenta
    que burló al centinela de la negra sentina.
    Llegan, entran, se miran. Luces de parafina.
    Al fondo, en un espejo, se agita la tormenta.
           
    El de los ojos tristes pone en una bandeja
    tres copas escarchadas de un licor amarillo.
    Luego extiende en la plata tres regueros de coca.
           
    Y la sombra felina lo besa y, a la oreja,
    —Ya no vendrá— le dice. Y le brilla un colmillo
    y le pide silencio con un dedo en la boca.


    Javier Egea (Granada 1952-1999)

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