¡Feliz quién junto a ti por ti suspira,
Quién oye el eco de tu voz sonora,
Quién el halago de tu risa adora,
Y el blando aroma de tu aliento aspira!
Ventura tanta, que envidioso admira
El querubín que en el Empíreo mora,
El alma turba, al corazón devora,
Y el torpe acento, al expresarla, expira.
Ante mis ojos desaparece el mundo,
Y por mis venas circular ligero
El fuego siento del amor profundo.
Trémula, en vano resistirte quiero…
De ardiente llanto mi mejilla inundo…
¡Delirio, gozo, te bendigo y muero!
Gertrudis Gómez de Avellaneda (Santa María de Puerto Príncipe, 1814-Madrid, 1873)