Destino
Entre ti, soledad, me busco y muero,
en ti, mi soledad, mi vida sigo,
vencida por tus brazos voy contigo
y allí te aguardo donde ya no quiero.
Desde siempre en mi calle yo te espero,
y amante de mis noches te persigo,
si alguna vez, dolida, te maldigo,
desde tu ausencia, triste, desespero.
Me diste la esperanza de tenerte
en mi dolor. Guiada por tu mano
subí los escalones de la muerte.
Aquí donde a tu sombra soy crecida,
el tiempo, tuyo y mío, va cercano,
dejándome la sangre ya cumplida.
Elena Martín Vivaldi (Granada, 1907-1998)
Tengo miedo a perder la maravilla
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que me pone de noche en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.
Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas, y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.
Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío.
No me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.
Federico García Lorca (Granada, 1898-1936)
La fuga inútil
Tímido corzo, de cruel acero
el regalado pecho traspasado,
ya el seno de la hierba emponzoñado,
por demás huye del veloz montero;
en vano busca el agua y el ligero
cuerpo revuelve hacia el doliente lado;
cayó y se agita, y lanza congojado
la vida en un bramido lastimero.
Así la flecha al corazón clavada,
huyo en vano la muerte, revolviendo
el ánima a mil partes dolorida;
crece el veneno, y de la sangre helada
se va el herido corazón cubriendo,
y el fin se llega de mi triste vida.
Juan Meléndez Valdés (Ribera del Fresno, 1754-Montpellier, 1817)
A Clori
Sentir de una pasión viva ardiente
todo el afán, zozobra y agonía;
vivir sin premio un día y otro día;
dudar, sufrir, llorar eternamente;
amar a quien no ama, a quien no siente,
a quien no corresponde ni desvía;
persuadir a quien cree y desconfía;
rogar a quien otorga y se arrepiente;
luchar contra un poder justo y terrible;
temer más la desgracia que la muerte;
morir, en fin, de angustia y de tormento,
víctima de un amor irresistible:
ésta es mi situación, ésta es mi suerte.
¿Y tú quieres, crüel, que esté contento?
Melchor Gaspar de Jovellanos (Gijón, 1744-Puerto de Vega, 1811)
La mano de un joven muerto
Esta mano que ayer cortó una rosa
y esta rosa cortada en una mano
esta que aún dormido estoy mirando
y esta que aún despierto no se borra.
Este nardo que ayer fuera paloma
y esta paloma fija que fue nardo
este campo de nieve de una mano
y esta mano tranquila que reposa.
Esta cosa que canta y esta cosa
que desciende del cisne por su canto
sólo esta mano y esta mano sola,
Aquí la podéis ver a cualquier hora
esta que aún dormido estoy mirando
y esta que aún despierto no se borra.
Nicanor Parra (San Fabián de Alico, Chile 1914-La Reina, Santiago de Chile, 2018)
Uno que fumar quiso cierto día
Uno que fumar quiso cierto día,
dos cajillas compró de escaso peso;
tres chinas les halló, y además de eso
cuatro huesos oriundos de una encía;
cinco espartos; tres pipas de sandía;
seis moscas; dos avispas y algún yeso;
siete granos de sal; de fruta un hueso;
ocho objetos pequeños de herrería;
nueve estaquillas de un botillo viejo;
diez recortes de uñas de algún caco;
once plumas, pelillos de conejo;
doce o más cerdas de la crin de un jaco;
trece pajas; de habas un hollejo…
catorce gramos de infernal tabaco.
Jesús M Jauret (Jaén, hacia 1880)