Soneto500

Ya no tengo un recuerdo que me acoja

A papá

Ya no tengo un recuerdo que me acoja
ni un sueño que me alumbre… Sola y muda,
sin quietud ideal ni lucha ruda
voy en la tarde gris o el alba roja…

Ya nada me entusiasma o me acongoja,
ya nada me combate ni me ayuda…
ya… sólo soy la tierra cruda
para todos los vientos, mustia hoja…

Ni un recuerdo, ni un sueño… nada, nada…
que es la vida una senda siempre errada
donde el Hombre, cansado peregrino,

impulsado por yo no sé qué empeño
deja cada recuerdo y cada sueño
en las ásperas zarzas del camino…


Dulce María Loynaz Muñoz (La Habana, 1902-1997) 

Una cara, un rumor, un fiel instante

Una cara, un rumor, un fiel instante
ensordecen de pronto lo que miro
y por primera vez entonces vivo
el tiempo que ha quedado ya distante.

Es como un lento y perezoso amante
que siempre llega tarde el tiempo mío,
y por lluvia o dorado y suave hastío
suma nocturnos lilas deslumbrantes.

Y me devuelve una mansión callada,
parejas de suavísimos danzantes,
los dedos artesanos del abismo.

Y me contemplo ciega y extasiada
a la mágica luz interrogante
de un sonido que es otro y que es el mismo.


Fina García Marruz (La Habana, 1923-2022)

Soneto V

Al salir de la curva la lluvia se hizo lenta,
viscosa, impenetrable como una gelatina.
Delante de los faros una sombra felina
agitaba un pañuelo. Al fin sube, se sienta
       
junto a unos ojos tristes. Por el camino cuenta
que burló al centinela de la negra sentina.
Llegan, entran, se miran. Luces de parafina.
Al fondo, en un espejo, se agita la tormenta.
       
El de los ojos tristes pone en una bandeja
tres copas escarchadas de un licor amarillo.
Luego extiende en la plata tres regueros de coca.
       
Y la sombra felina lo besa y, a la oreja,
—Ya no vendrá— le dice. Y le brilla un colmillo
y le pide silencio con un dedo en la boca.


Javier Egea (Granada 1952-1999)

Voy a dormir

Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación, la que te guste;
todas son buenas, bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes…
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides… Gracias… Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido.


Alfonsina Storni (Capriasca, 1892-Mar del Plata, 1938)​​​​

Una dulce nevada está cayendo

Una dulce nevada está cayendo
detrás de cada cosa, cada amante,
una dulce nevada comprendiendo
lo que la vida tiene de distante.

Un monólogo lento de diamante
calla detrás de lo que voy diciendo,
un actor su papel mal repitiendo
sin fin, en soledad, gesticulante.

Una suave nevada me convierte
ante los ojos, ironistas sobrios,
al dogma del paisaje que me advierte

una voz, algún coche apareciendo,
mientras en lo que miro y lo que toco
siento que algo muy lejos va huyendo


Fina García Marruz (La Habana, 1923-2022)

Llagas de amor

Esta luz, este fuego que devora.
Este paisaje gris que me rodea.
Este dolor por una sola idea.
Esta angustia de cielo, mundo y hora.

Este llanto de sangre que decora
lira sin pulso ya, lúbrica tea.
Este peso del mar que me golpea.
Este alacrán que por mi pecho mora.

Son guirnalda de amor, cama de herido,
donde sin sueño, sueño tu presencia
entre las ruinas de mi pecho hundido.

Y aunque busco la cumbre de prudencia
me da tu corazón valle tendido
con cicuta y pasión de amarga ciencia.


Federico García Lorca (Granada, 1898-1936)

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Olvidos de Granada
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