Quiere el Amor Feliz
Quiere el Amor Feliz —el que se posa
poco…— arrancar un verso al alma oscura:
¿Cuándo la miel necesitó dulzura?
¿Quién esencia de pomo echa en la rosa?
Quédese en hojarasca temblorosa
lo que no pudo ser fruta madura:
No se rima la dicha; se asegura
desnuda de palabras, se reposa…
Si el verso es sombra, ¿qué hace con el mío
la luz?… Si es luz… ¿la luz por qué lo extraña?
¡Quien besar puede, bese y deje frío
símbolo, el beso escrito!… ¡En la maraña
del mapa no está el agua azul del río,
ni se apoya en su nombre la montaña!…
Dulce María Loynaz Muñoz (La Habana, 1902-1997)
[Sabes mi corazón como un camino]
Sabes mi corazón como un camino
que hayas cruzado una y cien mil veces,
como el oficiador sabe sus preces.
Haces costumbre del Amor mi trino.
Te sabes de memoria mi destino,
y en su tierra te hundes o te creces,
cosa que no has ganado ni mereces
pero que quiero darte como un vino.
Sabes tanto que sabes que no puedo
llegarme a otra fuente que tu boca
y que no tengo libre la mirada.
Sabes que te prefiero y que concedo
todo lo que tu dulce mano invoca.
Que en ti está todo, y lo demás es nada.
Pilar Paz Pasamar (Jerez de la Frontera, 1932-Cádiz 2019)
Soneto del acanto
Derecha, bien erguida flor de acanto
sobre la tapia breve de la alberca,
todo un campo de agua se te acerca
mientras entre sus ondas mueves llanto.
Mientras entre tus hojas cierras llanto
y humedeces tu entraña y pones terca
voluntad de crecer sobre la cerca,
con tanto alzarte y con negarte tanto.
Del agua y de su quieta superficie
te vas con prisa y con desdén de rosa,
hasta que el agua sube y toma un tallo
de acanto vertical en la planicie
de su luz, y lo abraza y lo desposa
y besa y mece y cubre de su mano.
María Victoria Atencia (Málaga, 1931)
Quiero escribir con el silencio vivo
Quiero decir lo que la mano dice.
Porque tú lees mejor el texto vivo
y el alma, en su guerrear callado, escribe.
A veces la ola blanca da en la roca
de espumeantes cavernas y sus fauces
orla con su jirón que hace y deshace
letras que tú descifras. Que la boca
calle y entre a lo blanco en la esforzada
faena que se pierde. La luz poca,
mi alejarme de ti de cada día,
pausas son del sentido, inacabadas
imágenes de mí. La línea tosca
salta y completa tú la melodía.
Fina García Marruz (La Habana, 1923-2022)
Al partir
¡Perla del mar! ¡Estrella de Occidente!
¡Hermosa Cuba! Tu brillante cielo
La noche cubre con su opaco velo,
Como cubre el dolor mi triste frente.
¡Voy a partir! La chusma diligente,
Para arrancarme del nativo suelo
Las velas iza, y pronta a su desvelo
La brisa acude de tu zona ardiente.
¡Adiós, patria feliz, edén querido!
¡Doquier que el hado en su furor me impela,
Tu dulce nombre halagará mi oído!
¡Adiós!… Ya cruje la turgente vela…
El ancla se alza… el buque, estremecido,
Las olas corta y silencioso vuela!
Gertrudis Gómez de Avellaneda (Santa María de Puerto Príncipe, 1814-Madrid, 1873)
Lo que vale una vida
Estoy en esa edad en la que un hombre quiere,
por encima de todo ser feliz, cada día.
Y al júbilo prefiere la callada alegría
y a la pasión que mata, la renuncia que hiere.
Vivir entre las cosas, mientras que el tiempo pasa
-cada vez menos tiempo para las mismas cosas-
y elegir las que valen una vida: las rosas
y los libros de versos, y el viaje la casa.
Hasta ahora he vivido perdido en el mañana
-seré, seré, decía- o en el pasado-he sido
o pude ser, pensaba- y el mundo se me iba.
Ahora estoy en la edad en la que una ventana
es cualquier aventura, y un regalo el olvido.
Ya no quiero más luz que tu luz mientras viva.
Rafael Juárez (Estepa, 1956-Madrid, 2019)