Enfermedad marina son las perlas;
pólipos de las conchas nacaradas;
por el iris están amortajadas
y a nadie da misericordia verlas.
Si deliran las frentes por tenerlas
en collares Lucientes engarzadas,
no es porque esplendan de salud ornadas
sino por ser orgullo poseerlas.
Son tísicas románticas de Oriente
que traen los mercaderes a Occidente,
lo mismo que un comercio de doncellas.
Y, cual cuerda de presas bien seguras,
manïata el collar las perlas puras
por el solo delito de ser bellas.
Salvador Rueda (Benaque, 1857- Málaga, 1933)