Esta calma caída en el sublime

Juan Eduardo Cirlot

    Esta calma caída en el sublime
    silencio del paisaje abandonado
    desnuda mi tormento estructurado
    debajo de ese abismo que me oprime.

    Si mi labio es la rosa que me exime
    del callado torpor de estar callado,
    sea mi voz perfume enajenado
    hacia el duro fulgor que me redime.

    Incendien mis arbustos los metales,
    acordes en el canto y la promesa,
    coral de los abismos, roncos, ciego.

    Mas allá de los astros virginales
    lleguen mis manos, con la palma ilesa,
    al contacto del fuego de los fuegos.

    Juan Eduardo Cirlot (Barcelona, 1916-1973)

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