Al túmulo del rey Felipe II en Sevilla

Miguel de Cervantes

    Voto a Dios que me espanta esta grandeza
    y que diera un doblón por describilla;
    porque ¿a quién no sorprende y maravilla
    esta máquina insigne, esta riqueza?

    Por Jesucristo vivo, cada pieza
    vale más de un millón, y que es mancilla
    que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla!,
    Roma triunfante en ánimo y nobleza.

    Apostaré que el ánima del muerto
    por gozar este sitio hoy ha dejado
    la gloria donde vive eternamente.

    Esto oyó un valentón, y dijo: «Es cierto
    cuanto dice voacé, señor soldado.
    Y el que dijere lo contrario, miente.»

    Y luego, incontinente,
    caló el chapeo, requirió la espada,
    miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.


    Miguel de Cervantes (Alcalá de Henares, 1547-Madrid, 1616)

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