W.G. Sebald, destrucción y melancolía

Victoriano Alcantud

 “Y como la más pesada losa de la melancolía es el miedo al fin sin perspectivas de nuestra naturaleza, Browne busca aquello que se escapaba de la destrucción, busca las huellas de la misteriosa capacidad de la transmigración que tan a menudo estudió en las orugas y en las mariposas”
W.G. Sebald, Los anillos de Saturno

Nada más difícil que crear una nueva forma. Si nos ceñimos al dominio de lo que trata este texto, la literatura, se diría que todo está ya inventado, que además de los formatos clásicos las vanguardias exploraron todos los caminos posibles. Y sin embargo, de golpe y porrazo, un extraño objeto no identificado atrae poderosamente nuestra atención. Es el caso de los cuatro textos publicados por W.G. Sebald antes de su desdichado accidente: Vértigo (1990), Los emigrados (1992), Los anillos de Saturno (1995) y Austerlitz (2001). Textos difíciles de clasificar, que oscilan entre la ficción y el documento bruto. El margen es amplio, así que trataremos de localizar el nuevo objeto en algún punto movedizo, aunque sea difícil de estabilizar. Podemos comenzar proponiendo un esquema que  sería más o menos el siguiente: un narrador o sujeto recorre un espacio/tiempo mientras ocurren una serie de encuentros: con personas, con edificios, con paisajes, etc. Esos encuentros son motivo de rememoración de sucesos más o menos enterrados que van a aflorar a la conciencia. La materialidad de paisajes, edificios, árboles, etc., suele enviar a una realidad consistente. Los personajes pueden ser ficticios o tan reales como un miembro de la propia familia del autor o la síntesis de dos o más personas encontradas realmente. Para complicar las cosas, en la página se insertan fotografías en blanco y negro de mala calidad, de la cosecha del escritor o de documentos de archivo. Ninguna merece la más mínima leyenda y muy pocas un comentario. El lector sigue los meandros por los que le conduce el narrador sin meta precisa ni sentido evidente. Pero cada encuentro, cada recuerdo produce una revelación que descalabra el aparente fluir banal de las cosas. Es sin duda el imperativo de contar lo que es difícil, si no imposible, lo que exige esta forma nueva. Dejemos claro desde el principio que, a pesar del tema que recorre la obra de Sebald (la destrucción, de la que veremos enseguida como se declina), la lectura de estos textos es sumamente estimulante. Ningún pathos, ninguna sentimentalidad ni victimismo se percibe en estos escritos que se leen con un enorme interés y que están plagados de sorpresas, de erudición sobre las pequeñas y las grandes cosas, de ironía y hasta de humor, a veces muy british. Pero sobre todo lo que hace estimulante la lectura es la distancia con la que el autor trata los temas, el tacto infinito para abordarlos, la elegancia en el decir.


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