Lectura de la bóveda
Como vamos viendo, el proceso de creación de la pintura de la bóveda fue un proceso complejo, muy elaborado, que comienza prácticamente un año antes de dar los primeros colores sobre el hormigón. Una de las cuestiones más complejas fue, sin duda, procurar equilibrio y sentido a la composición general y, para ello, elegir la iconografía precisa y correcta que recuperara una idea clásica, como es la descripción del firmamento y la personificación de poderes, deidades y otros valores; a lo que desde la antigüedad se había calificado como la “Octava Esfera” y cuya memoria fue recogida por los autores árabes, perpetuándose durante la Edad Media, para llegar al comienzo del Renacimiento con ejemplos tan deslumbrantes como el ciclo astrológico del Palacio de Padua, el del Palacio Shiaffanoia de Ferrara,[i] la cúpula del Sacello de la sacristía vieja de San Lorenzo en Florencia –obra probable de Giuliano d’Arrigo– o el Primer Movimiento o Astronomía de la Estancia de la Signatura de Rafael, autor de los bocetos para la Capilla Chigi en Santa María del Popolo en Roma, donde también se descubre un programa astrológico importante[ii]. Pero quizás, aunque solamente sea por cercanía, donde debiéramos fijarnos es en el llamado Cielo de Salamanca, obra probable de Fernando Gallego de finales del siglo XV, inspirada por la edición del Poeticon Astronomicon de Higino, en su edición veneciana de 1482[iii], creada para cubrir la librería primitiva de la Universidad de Salamanca. En la actualidad, solamente se conserva un cuarto de esfera que fue trasladada a un espacio de las Escuelas Menores, tras ser desmantelada en dos tercios, en diferentes actuaciones de ampliación de la capilla de la Universidad que iban afectando a la antigua biblioteca hasta su desaparición. No hay prueba alguna de que esta bóveda sea modelo para la de Granada, pero el profundo trabajo de documentación y repaso que Juste confiesa[iv], hace factible que lo conociera ya que hay ciertas semejanzas en la elección del programa iconográfico, como veremos más adelante.
Tras todas estas consideraciones, vamos a entrar en la valoración de la cartografía de la bóveda y la disposición iconográfica sobre la misma, buscando sus relaciones y viendo la multiplicidad de lecturas iconológicas que llevan asociadas las imágenes, pues aprovecha la polisemia de algunos símbolos para recrear un espacio simbólico a través de la modernización de los protagonistas y la acumulación de conocimiento histórico sobre los símbolos. Así pues, como dijimos antes, Julio Juste comenzó por orientarse geográficamente en el espacio y marcó el Norte en el ángulo derecho de los pies de la bóveda, mediante su firma, trazando una diagonal, resaltada por el ariete de Aries y un pequeño personaje enmascarado con una lanza que apunta hacia el Sur. Tras esta orientación general de la bóveda, el artista decidió establecer dos zonas claramente diferenciadas: la de la cúpula celeste, cuyo centro es el lucernario circular, para introducir en ella los signos zodiacales, y los pies de la bóveda, centrados por el lucernario rectangular, para albergar a los planetas que quedan separados por una amplia franja circular morada que no se llega a cerrar. Quedan así diferenciados los dos espacios astronómico y astrológico, pues el apartado mitológico se encuentra en ambas partes.
De este modo, proponemos la siguiente lectura de la bóveda, teniendo en cuenta los propios deseos de Julio Juste al respecto:
El esquema general de la pintura ya lo tengo encajado: en el plano real da el mismo resultado que en los bocetos. De todos modos, el “arco Fajón” (para entendernos)[v], hay que arreglarlo y reforzará la idea de ruptura con la simetría de la estancia. La intención es fortalecer un desplazamiento, una rotación del cielo que me dispongo a pintar, y que tiene como eje la orientación norte/sur. Esencialmente, mi idea es establecer dos rotaciones: el desplazamiento de la pintura frente a esa simetría y la lectura en rotación contraria de los diversos mitos del zodiaco, de Aries a Piscis[vi].
Así, comenzaremos con Aries, interpretado de forma muy libre y original, Julio no toma la típica imagen del carnero, habitual desde las ilustraciones del Astronomicon[vii], sino que coge la idea del ariete con forma de cabeza de carnero[viii], siguiendo a Corominas y la edición de 1534 del Poeticon Astronomicon[ix]. De este modo, Julio sitúa un personaje que sostiene, desde el interior de la fingida cúpula, una larga pértiga similar a los postes venecianos, en cuyo extremo se sitúa una cabeza humana con cuernos de carnero. Toda la composición traza una diagonal que marca el eje Norte-Sur y centra, mediante la cabeza del ariete, la clave de la bóveda, centralizando toda la composición y dándole así el protagonismo a Aries como primer signo del Zodiaco, según la tradición medieval recogida por San Isidoro de Sevilla en sus Etimologías[x]:
A Aries (carnero), el primero de los signos, al que, como a Libra, le atribuyen la línea media del mundo, lo denominaron así a causa de Júpiter Ammón, en cuya cabeza los escultores representan unos cuernos de carnero. Los gentiles establecieron que, entre los demás signos, éste era el primero, debido a que, según dicen, el sol comienza su curso en este signo del mes de marzo, que es el primer mes del año…
Será también en la cabeza del carnero donde Julio comience a trazar la serie de retratos de amigos y colaboradores, que quedarán inmortalizados en este techo, intentando siempre que coincidan con el signo al que representan, como es el caso de Javier Furia, nacido bajo el signo de Aries.
El siguiente signo en ser tratado es Tauro, que se encuentra aquí representado como la transfiguración de Zeus en toro para raptar a Europa. Tauro es aquí un hombre con cabeza de toro, por tanto Minotauro, que huye portando a una blanca Europa que mira hacia atrás, tal y como el mito narra, al tiempo que va corriendo el velo de la cúpula fingida, de un intenso azul, y en dirección contraria a la luz del sol proveniente del óculo. La continuación del párrafo de San Isidoro, citado anteriormente, da pista de esta representación cuando dice: «…Del mismo modo incluyen también (los gentiles) a Taurus (toro) entre las constelaciones, igualmente en honor de Júpiter, porque, según la mitología, se convirtió en toro cuando raptó a Europa»[xi].
Siguiendo el sentido de las agujas del reloj, se sitúa Géminis, los gemelos que representaban a Castor y Pólux en la antigüedad y que aquí son sustituidos por una mujer blanca, con el retrato de la cantante Olvido Gara, Alaska, cuyo signo zodiacal es géminis y como contraposición una mujer negra que, según el propio Julio Juste, es la mezcla de rasgos de unos amigos de Nueva York, hombre y mujer, llamados Charly y Eva B., a quienes conoció durante 1988, y que sirvieron de inspiración para varios de los bosquejos que realizara durante su estancia neoyorquina. De hecho, y según una nota de la propia Eva B., la fuente de inspiración de la mujer blanca es la canción «Vampirella», de éxito por aquellas fechas. En esas notas nos da también una pista sobre el conjunto anterior, de Taurus y el Rapto de Europa, de la siguiente forma:
(…) En el N. E. pintó según me insistió, una figura negra de facciones ambiguas con un hábil cruce de parecidos entre tú y yo, que comparte la casa de Géminis con otra figura, Vampirela, inspirada en la canción del mismo nombre, que con frecuencia oíamos en su cuarto, de un popular grupo español. Más al N. nos preceden Tauro y Europa, que, según me advirtió, su representación es un desafío a las composturas morales clásicas[xii].
Las dos figuras que componen Géminis están representadas con los brazos abiertos, la figura blanca hacia arriba y la negra hacia abajo, simulando una especie de eco del símbolo que completa, según Julio, el signo zodiacal y que no es otro que el del Yin y Yang hacia el Sur, en refuerzo de la idea de dualidad y de las fuerzas contrarias que mueven el cosmos. Es interesante este motor de contradicciones como espejo de los dos elementos elegidos para Géminis. El primero sería la «hermana negra» de Alaska, con la confusión de rasgos masculinos y femeninos de sus amigos neoyorquinos y, por otra parte, la elección racial, asimilable al Yin y Yang mencionado. De hecho Cirlot, en su diccionario de símbolos dice: «Marius Schneider ha estudiado profundamente el mito de Géminis en la cultura megalítica, una es blanca y otra es negra, una crea y otra mata, expresándose ambas por los dos brazos de Géminis, que, en el simbolismo del paisaje, se identifican con el río de la juventud y el río de la muerte, respectivamente»[xiii].
Bajo Géminis y sobre una columnata clásica, una figura masculina que tiene cierto aire torero, pero de difícil adscripción. Más adelante formularemos una teoría sobre estos personajes menores que se reparten por la superficie de la bóveda.
Más al Sur aparece Cáncer, el cangrejo. Es el cuarto signo del Zodiaco y se encuentra asociado a la Luna. Está pintado junto a una rejilla de ventilación del techo y una de sus pinzas sujeta una superficie circular blanca, con ojos, nariz y boca sonriente, típicamente infantil, que aprovecha la rejilla para que sea uno de sus ojos. La impresión primera es, sin lugar a dudas, la de Viaje a la Luna de George Méliès y quizás haya aquí una cita a la disciplina cinematográfica que tanto amó Julio Juste –desarrollando numerosos cortos y poemas audiovisuales, al tiempo que creó y mantuvo durante veintiuna ediciones el Festival inCINEración, sin prácticamente ayuda oficial–. Sobre la Luna, una nube blanca, con ciertos toques de encarnación, disuelven una posible figura masculina de complicada interpretación, probablemente el modisto Antonio Alvarado.
En una de las declaraciones que nos ha dejado Julio por escrito, concretamente en la que bajo formato de epistolario a Mariano Maresca, publicado en La Fábrica del Sur[xiv], él mismo propone un título diferente al de «Cielo de la Memoria» que, por cierto, aún no se le había puesto a la obra acabada. Se supone que es la primera carta que él envía al editor de la revista y le avanza que tiene algunos bocetos y papelitos y que quizás haga un texto titulado «El Teatro de la Memoria»[xv].
Probablemente este título, que luego será ligeramente modificado por influencia de Mariano Maresca, proviene de las conversaciones con el poeta Rafael Juárez y los consejos bibliográficos que este le pudo dar a Julio en ese momento. No sabemos mucho al respecto de qué libros fueron los recomendados, aunque en este proceso de investigación ha aparecido, en la biblioteca de Pablo Sycet, un libro sobre el saber antiguo y prohibido de Alianza Editorial[xvi] que fue propiedad de Julio y que este le regaló con un dibujito de Marte –similar al de la bóveda— con la leyenda «El cielo de la memoria». Otras lecturas probables pudieron ser las «Etimologías» de San Isidoro o autores como Ficino, Bruno o Camillo, con sus ideas sobre el arte de la memoria, estuvieran también presentes, ya que la obra de Mircea Eliade era suficientemente conocida por Julio Juste y, con ella, toda la tradición simbólica y metafórica de las religiones y cultos ancestrales. En definitiva, sí tenemos certeza de que la influencia de Rafael Juárez fue básica a través de un texto de Baudelaire y de la propia poesía del poeta sevillano, pues de estas conversaciones surgió el concepto de palimpsesto en la memoria, según el propio Julio declara:
Hoy he cometido el gran error de ponerme a mirar todo lo que llevo pintado y me ha dado vértigo. No sé el tiempo que me requerirá finalizar, pero lo realizado es mucho. Pensando en esto me he acordado de una teoría de Rafael Juárez y me he consolado pensando que este trabajo está hecho hace tiempo y que yo, en realidad, estoy suturando y actualizando. Algo así como el palimpsesto de R. J.: yo vuelvo a escribir sobre la memoria que conserva el pergamino, convenientemente lijado y pulido sólo en parte. Es una teoría que empieza a tomar cuerpo y que concuerda con vuestro título “El cielo de la memoria”, o incluso, “La memoria del cielo”.[xvii]
Así, en esta búsqueda de textos que fortalezcan la peculiar iconografía que Julio Juste decide para su cielo, tropezamos con La idea del Teatro de Giulio Camillo, que en el capítulo dedicado a las Gorgonas y concretamente al hablar de Cáncer nos dice lo siguiente:
(…) en las gorgonas de la Luna estará la imagen de la copa de Baco, que se encuentra entre Cáncer y Leo. Según dicen los platónicos, las almas que vienen a este mundo descienden por la puerta de Cáncer y, en su regreso, ascienden por la de Capricornio. En efecto la Puerta de Cáncer es denominada puerta de los hombres, dado que las almas descienden a los cuerpos mortales, y la de Capricornio recibe el nombre de puerta de los dioses, porque regresan hacia la divinidad, según la naturaleza del ser vivo que es un signo de aquella. (…) Dibujaremos pues, un Zodiaco de modo que en su parte superior y más visible se vean Cáncer y Leo, y la copa en medio con una doncella inclinándose para beber de ella.[xviii]
Esta descripción de Camillo está muy cerca de la interpretación de Julio Juste de su Zodiaco. La proximidad y enfrentamiento de Cáncer y Leo, la Luna de por medio, con ese extraño personaje blanco que bien podría ser una de esas almas que beben del olvido y, sobre todo, aunque aún no hemos llegado, la relación con la iconografía elegida para Capricornio, hacen que la fuente de inspiración sea palpable.
Le sigue Leo en un feroz combate con Hércules que esgrime la clava como arma mortal. Aquí el artista se desmarca una vez más de toda tradición y funde la historia del León de Nemea con la constelación y signo de Leo que, en esta ocasión, tiene todas las de perder como ya sabemos por los trabajos de Hércules. Lo singular es que, la de Hércules, es la única constelación que pinta Julio en su cielo y escoge para ello la imagen que tanto en el Poeticon como en el Cielo de Salamanca se reproduce, solamente que, en estos últimos, la piel del león ya está arrancada y en el brazo libre de Hércules.
Sobre el combate de Leo y Hércules aparece Virgo, completamente alejada de la imagen angelical tradicional y sin el caduceo. Aquí es una diosa Fortuna que vuelca sus dádivas del cuerno de la abundancia sobre Hércules y Leo. Julio Juste, era Virgo y quizás aquí materializa su intención o ilusión de repartir bondades sobre los demás. Junto a Virgo y casi aplastada por el halo dorado que desprende el Sol del óculo, aparece Libra que se oculta tras un abanico con el país de flores en el que parte del rostro está pintado. Entre la balanza y el cuerpo de Libra, un pequeño personaje verde sostiene lo que parecen unas serpientes. Esta representación tiene un modelo en la obra «Andalucía Oriental (autorretrato)» de la serie «Brandy Brindis» de 1987[xix]. Una Dama sostiene un abanico que oculta parcialmente su rostro en una pose de sensualidad comercial muy bien estudiada y trasladada irónicamente al lienzo. Aquí, el propio Julio Juste dirá: «Libra me está saliendo un poco putón malayo, dispuesta a satisfacer con igual frigidez a todo humano que requiera sus servicios». [xx]
Al otro lado de la curva de la fingida cúpula celestial se resguarda Escorpio con el retrato de uno de los colaboradores principales de esta aventura, Santiago Beraza, que participó también en el techo de los lavabos de Planta Baja y por tanto testigo directo del proceso de intervención en esta obra. De hecho, durante una conversación con él previa a la exposición, hizo notar que la arquitectura fingida o trampantojo que Julio quiso instalar en la bóveda de Pedro Salmerón, se salía de la tradición de los grandes pintores de la historia, pues ellos siempre se ajustaron a la forma arquitectónica para superponer y potenciar su fuga y decoración; mientras que aquí se instalaba una cúpula semiesférica sobre una bóveda rectangular.
Siguiendo el sentido de las agujas del reloj el signo que aparece es el de Sagitario, claro retrato de otro personaje, Jaime Albardíaz “El punky”[xxi]. Es conveniente destacar la valiente posición en escorzo del Centauro lanzador de flechas que mira directamente al espectador, antecediendo a Capricornio en donde queda retratado Valentín Albardíaz, el otro colaborador práctico. De Capricornio tuvimos la oportunidad de hablar anteriormente al analizar a Cáncer y la cita de Giulio Camillo, en la que el signo se convertía en puerta de los Dioses al devolver los espíritus a la divinidad. Aquí Capricornio sopla un potente viento que arremolina una nube de pájaros negros que sobrevuelan el último grupo iconográfico del zodiaco situándose en un espacio de tránsito entre estos y el área de influencia solar. A espaldas de la cola pisciforme de Capricornio se sitúa una de las rejillas de ventilación de la estancia, la simétrica de Cáncer y en ella, posado con actitud de un surfista, aparece uno de esos pequeños hombrecitos de los que hemos hablado anteriormente.
El último grupo es quizás uno de los más logrados en cuanto a interacción entre los personajes mitológicos y astrológicos. Se abre con la presencia de un tridente neptuniano situado junto al personaje que se desdobla en Neptuno y Acuario. Un hombre desnudo en el que queda retratado Pablo Sycet[xxii], una de las personas con mayor influencia en la vida de Julio Juste, especialmente en aquellos años, que se sostiene de pie en el mismo filo de la bóveda portando un cuenco del que mana una tromba de agua que servirá para bañar y dar fondo a Venus y Piscis. Para Venus/Afrodita, Juste elije la representación clásica del nacimiento de la venera y tras ella se localiza otro de estos personajes secundarios con arpón y antifaz que marca el Sur paralelamente al ariete de Aries, cerrándose así el calendario zodiacal. La impresión que el propio Julio Juste describe sobre este afortunado conjunto es la siguiente:
Hoy he bajado a tierra firme después de cuatro días subido en las alturas. En este ciclo, y girando en torno al “cielo”, he podido trazar con una cierta identificación todos los signos en rotación que definen la cúpula que estoy figurando sobre la bóveda de Pedro Salmerón, y estoy agotado, francamente rendido… No te puedes imaginar lo limitado (en cuanto bajo del andamio, automáticamente retomo la humildad del ser humano) que me siento en estos ciento veinte metros cuadrados, sobre todo cuando pienso en el trabajo y los días que me llevan referirme a la memoria de los mitos celestes; tanto más si comparamos este tiempo con el del creador de la mitografía de nuestra infancia, que tardó solo un día en separar la luz de las tinieblas…
Pero me animan –poniendo coto a mis limitaciones– la conspiración, complicidad y “meneíllo” que parecen unir a las diversas imágenes que configuran este universo reforzando esa opinión tuya de la danza de los diversos mitos en una cúpula magmática y de grandes mares de color. Acuario parece, a pesar de la provisionalidad que acusa su tratamiento, jugar con Piscis (y no digamos con Venus, sorprendida nada más salir de la venera) con un imprevisto chapuzón…[xxiii]
Realmente, el juego del agua vertida por Acuario sobre Venus y el lago en el que Piscis en forma de sirenas chapotean, hacen de este grupo uno de los que mejor ligazón argumental se desarrolla en la bóveda. Esta forma de narrar por parte de Julio Juste la situación que se da en la articulación de los personajes representados, casi como si la disposición de los mismos fuera casual o voluntad de ellos mismos, creándose así relaciones y complicidades, es una constante en la obra de nuestro artista. Él comenzaba su trabajo bajo un proyecto bien definido y ensayado a través de múltiples bocetos y maquetas, pero en el proceso y acción de plasmarlo dejaba la libertad al fenómeno inmediato en el que se producían las cosas, concediéndole así una vida propia a sus propias creaciones, dejándose sorprender y disfrutar del trabajo realizado o en proceso. Prueba de ello serían sus palabras sobre Libra que ya hemos mencionado o el siguiente comentario sobre Géminis:
Polus (sic) insinúa coquetear con los genitales de Aries que, desde el lugar que ocupa el espectador, no se ven, pero que ella, desde su posición en el cielo, parece percibir al menos por la satisfacción que expresa.[xxiv]
[i] Fernández Fernández, Laura. La octava esfera o la esfera de las estrellas fijas. Revista Digital de Iconografía Medieval. Vol II, Nº 3. 2010. Pp. 41-51
[ii] Suárez Quevedo, Diego. Arte y Astronomía-Astrología de mediados del Quattrocento a Peruzzi y Rafael. Pecia Complutense. 2016. Año 13, Nº 2. pp. 15-60.
[iii] Martínez Frías, José María. El Cielo de Salamanca. Pág. 23. Universidad de Salamanca. 2006.
[iv] Rosales Escribano, José Carlos. La manera de airear una estética en el periódico GRANADA 2000. 16 de julio de 1989. Pág. 9.
[v] Se refiere a la franja morada que separa los mundos astronómico y astrológico.
[vi] Juste, Julio. El cielo de la memoria en La Fábrica del Sur, nº 1. Págs. 73-79. GRANADA 1989.
[vii] Higini, Julio. Poeticon Astronomicon, ad veterum. 1539.
[viii] Corominas, Joan. Diccionario etimológico de la lengua castellana. GREDOS. 1987. En la voz Ariete dice lo siguiente: Viga de cabeza reforzada que se empelaba para batir murallas. Tom. Del lat. aries, arietis, “carnero padre”, “ariete”, nombre que se le dió por comparación con el macho de la oveja, que embiste con la frente.
[ix] Al llegar a la entrada de Aries, la titula Ariete.
[x] San Isidoro de Sevilla. Etimologías. Pág. 469. BAC. 2004.
[xi] Ídem.
[xii] Juste, Julio. Una temporada en los infiernos. Revista AQ. Colegio de Arquitectos de Andalucía Oriental. 1990. Págs. 140 y ss.
[xiii] Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de Símbolos Tradicionales. Ed. Luis Miracle, Barcelona 1958.
[xiv] LA FÁBRICA DEL SUR nº 1
[xv] Juste, Julio. El cielo de la memoria en La Fábrica del Sur, nº 1. Págs. 73-79. GRANADA 1989.
[xvi] Zolar. Enciclopedia del saber antiguo y prohibido. Alianza Editorial. 1970.
[xvii] Juste, Julio. El cielo de la memoria en La Fábrica del Sur, nº 1. Págs. 73-79. GRANADA 1989.
[xviii] Camillo, Giulio. La idea del Teatro. Biblioteca de Ensayo. SIRUELA 2006. Págs. 165 y ss.
[xix] Juste, Julio. Catálogo Brandy Brindis, pinturas. Málaga, 1987.
[xx] Juste, Julio. El cielo de la memoria en La Fábrica del Sur, nº 1. Págs. 73-79. GRANADA 1989.
[xxi] Debo esta identificación a Santiago Beraza.
[xxii] Pablo Sycet es uno de los retratados en las “Vidas ejemplares” de “El futuro en tres capítulos” de la madrileña Galería Sen, concretamente en la obra “Iconoclastia”.
[xxiii] Juste, Julio. El cielo de la memoria en La Fábrica del Sur, nº 1. Págs. 73-79. GRANADA 1989.
[xxiv] Juste, Julio. El cielo de la memoria en La Fábrica del Sur, nº 1. Págs. 73-79. GRANADA 1989.
Como siempre didáctico y enriquecedor. Gracias señor Vallejo.
Magnífico el artículo. Yo viví muy de cerca todo el desarrollo del proyecto de la Euroárabe, ya que hice el seguimiento fotográfico desde sus inicios, hasta la colocación de la vidriera que cerraba la cubierta. Hay un error que imagino,conociéndote será de trascripción. El autor del mural , situado en la entrada ,creo recordar, Iraquí de origen Kurdo, afincado en Nueva York , se llamaba Faik Husein no Faik Hasan Lo conocí bien y compartí toda la fase de creación de la pintura….
Muchas gracias, Javier, por la aportación.