Las cosas que hemos visto con Mariano

Ramón Repiso

¿Recuerdan el paraíso?

Para recordar a Mariano tendría que hablar de todo lo que sé, pues gran parte de lo que he aprendido se lo debo a él. Y, sobre todo, hablar de los días felices. Días que solían comenzar tarde, con frecuencia en Botánico a la hora del almuerzo: Mariano recomendándonos con auténtico fervor a Alfonso, a Javier o a mí su último descubrimiento literario, desmenuzando un editorial de El País o perfilando con letra menuda en su Moleskine la presentación del libro de un amigo. Después de hacernos cargo del líquido a percibir, la tarde podía continuar en su despacho de la facultad o en los alrededores de la Plaza de la Trinidad. Recuerdo con claridad a Mariano dibujando de manera sencilla y minuciosa en una servilleta algo parecido a un mapa para explicarnos la política migratoria de la UE o contándonos cómo el sol de una tarde de enero se comporta como la verdad: para seguir caminando es preciso bajar la vista para no deslumbrarnos. Y nos sentábamos a caminar hasta despedir el día desde la Piccola Italia y estrenar el fin de semana en La Tertulia, entrando como una manada de búfalos, cargados de razones y de copas.

El exceso de ser inteligente. La lucidez. El disparate. El sentido del humor, la ironía y las ganas. Pasolini. Y la poesía. Y las novelas. Y la ópera. Y David Bowie. Y Enrique Morente.  Su familia y, sobre todo, la red de amigos que supo tejer a lo largo de su vida. En todo esto pienso al recordar a Mariano, en algo parecido a un paraíso cotidiano y doméstico; muy similar a lo que escribió en la columna “Paraísos”, en julio de 2005:

¿Recuerdan el paraíso? Hagan la prueba: cierren los ojos, oigan el sonido del interior del mar, y empiecen a caminar despacio.

Invierno de 2024

Comparte

Deja un comentario