Pau Casals (1876-1973)
Un violonchelo al servicio de la humanidad,
por José Vallejo Prieto
En octubre de 1973, casi centenario, moría en San Juan de Puerto Rico, Pau Casals, Pablo Carlos Salvador Casals y Defilló. El intérprete tarraconense fue considerado uno de los mejores violonchelistas de todos los tiempos. Notable director de orquesta y exquisito compositor, Casals fue un artista completo, gracias a la disciplina y dedicación que puso en su arte. Su obra, conocida como «Himno de la Paz» es el himno de la ONU, un hito más en un artista reconocido por su activismo en la defensa de la paz, la democracia, la libertad y los derechos humanos. José Vallejo Prieto nos acerca a su figura.
En noviembre de 1961 Pau Casals daba, por segunda vez, un concierto en la Casa Blanca. La primera vez fue en 1904, ante el presidente Theodore Roosevelt y esta segunda, ante John Fitzgerald Kennedy. De este segundo recital –que dio con Alexander Schneider al violín y su querido compañero musical Mieczyslaw Horszowski al piano– se conserva el registro sonoro. La grabación se abre precisamente junto a este último, y lo hace con un caballo de batalla de la carrera musical de Casals: El cant dels ocells, obra que acompañó durante toda su vida al violonchelista de El Vendrell y que aquí, en plena Guerra Fría, y ante uno de los dueños de la política mundial, cobra un enorme simbolismo de humildad e identidad ante un mundo dividido. Pero si hay algo que me emociona aún más cuando oigo ese primer corte del CD editado por Sony en 1991, es esa interpretación en la que, cada vez que Casals ataca el comienzo de una frase, exhala un suspiro mitad quejido, mitad melancolía. En pocas ocasiones la música alcanza un mayor poder de evocación que la que se produjo aquel 13 de noviembre de 1961.
Pau Casals nació en El Vendrell (Tarragona) en 1876, el mismo año que Manuel de Falla lo hiciera en Cádiz. Y, aunque sus trayectorias y compromisos vitales son diferentes, ambos estuvieron marcados por la sinrazón y la inestabilidad política y militar que afectó sus vidas, lo que les hace acercarse en decisiones trascendentes como el autoexilio, amén de la coincidencia profesional como el memorable concierto que dirigió Manuel de Falla en 1926 a la Orquesta Pau Casals, durante el Festival que le dedicó por su cincuenta cumpleaños la Associació de Música “Da Camera” de Cataluña. Si bien, en Pau Casals se detecta una determinación y compromiso político más activo que en el caso de Manuel de Falla, donde se destila un misticismo anacoreta por la salvación espiritual del mundo.
Casals recibió las primeras nociones musicales de su padre, músico profesional dedicado a la docencia y a la interpretación del órgano. Aunque será su madre, Pilar Defilló, la que consiga que el pequeño Pau viajara a Barcelona, Madrid, Bruselas y París para que su hijo tome lecciones de armonía y contrapunto, al tiempo que recibe sus primeras nociones de violonchelo, de mano de José García y Jacot. Este le enseñó la anquilosada técnica instrumental del momento[i], ante la que el propio Casals diría más tarde: “me chocó lo que me parecieron extravagancias y convenciones absurdas”[ii]. Estas convenciones estaban relacionadas con la rigidez del movimiento y, por tanto, con la falta de libertad para utilizar el cuerpo en toda su dimensión a la hora de la ejecución. Será el joven aprendiz el que generará una nueva técnica interpretativa que es madre de la actual. Se podría decir que Pau Casals recibió un relativamente escaso magisterio, pero impartió una prolija docencia a todos los violonchelistas de generaciones posteriores, a través de su magisterio en la Escuela de Música de Barcelona, la École Normale de Musique de París y las clases que impartió desde su exilio en Prades (Francia), a donde llegaría en 1939, y desde donde mantuvo una importante actividad cultural de resistencia republicana frente al franquismo. En Prades creará el Festival Bach en 1950 junto a Alexander Schneider y allí tendrá su residencia estable hasta 1957, fecha en la que se traslada a San Juan de Puerto Rico, país que visitó un par de años antes con motivo de un homenaje en la casa natal de su madre en Mayagüez. Esta visita la realiza con Marta Montañez –que será su segunda esposa–, con la que se instalará en el país caribeño, al tiempo que se crea el Festival Casals de Puerto Rico y en París se instaura el Concurso Internacional de violonchelo Pau Casals. En 1958 fue invitado por primera vez a las Naciones Unidas, invitaciones que se repetirán en 1963 y en 1971, ocasiones en las que, además de hacer oír su interpretación musical, también dejó oír sus ideas en tres discursos, de los que extraemos unos párrafos del primero de ellos:
La confusión y el temor han invadido al mundo entero. El nacionalismo mal concebido, el fanatismo, los dogmas políticos y la falta de libertad y de justicia, alientan la desconfianza y la hostilidad que agravan cada día más el riesgo que corremos. Pero aun así, todos los seres humanos desean la paz. Este deseo lo han expresado, repetidas veces, muchas personalidades eminentes…
Las naciones más poderosas tienen el mayor deber y responsabilidad de mantener la paz. Abrigo la convicción profunda de que las grandes masas de esos países, como las de todos los demás, ansían la comprensión y la cooperación recíprocas de todos los hombres. Toca a los gobiernos y a quienes están investidos de autoridad el hacer cuanto puedan para que la realización de este deseo no resulte imposible, acabando así el terrible sentimiento de inutilidad y fracaso que aflige a todos los que no viven en un estado de inconsciencia.
El "Himno a la Alegría", de la Novena Sinfonía de Beethoven, se ha convertido en un símbolo de amor. Por ello, propongo que en todo lugar donde haya una orquesta y un coro se ejecute el mismo día y se transmita por la radio a los más pequeños lugares y a todos los rincones del mundo, y que se ejecute como una plegaria por la paz, que todos deseamos y esperamos[iii].
Recordemos que en el momento en que estalla la Guerra Civil Española, Casals está dirigiendo en Barcelona el ensayo de la Novena Sinfonía de Beethoven, obra que debía abrir la Olimpiada Popular que se inauguraba el día 19 de julio. Por lo que, para Casals, este “Himno a la Alegría” mantenía un importante peso simbólico en el que se condensaría la idea de unidad e igualdad de los hombres.
De este modo, Pau Casals se convirtió en un símbolo en sí mismo de la lucha por la Paz Global, hasta el punto de ser propuesto para el Premio Nobel de la Paz y fue condecorado con la Medalla de la Paz de la ONU. Pero esta lucha se formalizó también en música. Así, en 1960, estrena su oratorio El Pessebre el 17 de diciembre y, dos años más tarde, decide que esta obra será el vehículo mediante el cual se embarcará en “una cruzada personal por la dignidad, la fraternidad y la paz”. Durante una década El Pessebre será interpretado en todo el mundo, incluida la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, y en 1971 compondrá y estrenará el Himno de las Naciones Unidas en la sede de la Asamblea General.
En 1973 sufre un infarto irreversible y fallece. Fue enterrado en San Juan de Puerto Rico, siguiendo sus deseos de no volver a España hasta que no se recuperara la democracia. Deseo que finalmente se cumplió en 1979, regresando sus restos a Cataluña y ahora descansan en El Vendrell, su pueblo natal.
Pau Casals es un artista, un músico completo, que abarcó la interpretación, la composición, la dirección orquestal, la producción y la creación de sociedades musicales. Además, nos ha legado una riquísima discografía, en la que sobresalen, cómo no, la primera grabación integral de las Seis Suites para violonchelo solo de Johann Sebastian Bach, grabadas durante el aciago periodo de la Guerra Civil española. Pero, ante todo, es un ser humano que puso su instrumento, su técnica y su saber, al servicio de un hecho tan poco común como es la hermandad de todos los hombres, tal y como pide la Oda de Schiller en la Novena sinfonía de Beethoven.
En 1966, con motivo de su novena cumpleaños, aún con el franquismo vigente, la Revista Triunfo le dedica un amplio artículo, firmado por el periodista estadounidense Albert E. Kahn, en el que nos hace un retrato del personaje y de su cotidianeidad de una forma costumbrista, pero también transcribe una cita literal que deja clara la visión que Pau Casals tenía en mente sobre el futuro del mundo, su posible globalidad y la eliminación de la violencia:
A lo largo de toda mi vida he asistido a muchos acontecimientos. Ha habido revoluciones y guerras, guerras terribles y muchos sufrimientos, pero la verdad es que los hombres han hecho cosas maravillosas, han realizado notables progresos; basta pensar en las conquistas de la ciencia, en lo que se ha hecho en el campo de la física o en el de las exploraciones espaciales. Y sin embargo, a pesar de esto, seguimos comportándonos como salvajes. Como los salvajes tememos a nuestros vecinos, no armamos contra ellos y ellos, a su vez, se arman contra nosotros. Ha llegado el tiempo de poner fin a todo esto, si es que el hombre desea sobrevivir. Tenemos que acostumbrarnos a nuestra realidad de seres humanos.
El amor por el propio país es algo maravilloso. Pero, ¿Por qué este amor debe detenerse en las fronteras de la patria? ¿Acaso no debe existir la fraternidad entre los hombres? La tensión y la hostilidad entre naciones debe ser eliminada y creo que lo será realmente.
No vivimos solos. Todo ser humano tiene una responsabilidad social. Y todo ser humano debe contribuir de algún modo a la paz. Por eso escribí yo el oratorio El Pesebre: para llevar a los pueblos un mensaje de paz.
Hemos de aprender a amar a la naturaleza y al hombre[iv].
Por eso, hoy, cuando se han cumplido cincuenta años de la desaparición de Pau Casals, quizás el mejor homenaje sea escuchar su Cant dels Ocells de 1961, sus seis Suites para cello de Bach y su Pessebre, pensando siempre que son la manifestación sonora de un anhelo de hermandad.
[i] Saenz Abarzuza, I. “Pau Casals (1876-1973), el virtuoso autodidacta”. Artseduca, nº 16, pp. 110-129.
[ii] Corredor, J. M. “Pau Casals”. Cades biogràfiques inédites cartes íntimes i records viscuts. Barcelona, 1975, p. 30.
[iii] https://www.paucasals.org/wp-content/uploads/2021/11/discurs1958.pdf
[iv] Revista Triunfo. Nº 238, 24-XII-1966, pp. 26 y ss.
Discografía recomendada
Repertorio discográfico en Spotify
https://www.paucasals.org/es/discografia/
El Cant dels Ocells en la Casa Blanca
Seis Suites para cello de J. S. Bach
El Pessebre
Orquesta Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya. Orfeó Català y Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana. Director: Lawrence Foster