El exilio interior

Paco Gris

Texto: Juan Ignacio Mendiguchía

Tápies se describió en una entrevista como un aficionado que se dedicaba a filosofar con las manos. Hay mucho Tápies en Paco Gris; pero puede ocurrir que ese autorretrato ocasional del maestro explique bastante bien el aire de familia, empezando por la irónica confesión de amateurismo que remite, como sin querer, a la auténtica pasión por la obra que se está creando.

Paco Gris ha venido exponiendo con regularidad su obra en Botánico durante una década. En esta nueva muestra sigue siendo evidente, en primer lugar, el cuidadoso tratamiento de cada pieza desde su soporte material, incluida la noble obsesión artesanal por los acabamientos. Se exige atención al detalle, a veces minúsculo, de las texturas y el cromatismo.

Hay que acercarse, pues, todo lo que uno pueda; pero después hay que volver a tomar distancia. La materia que trabajan las manos remite siempre en estas obras a una suerte de reverso narrativo que exige, a su vez, una consideración del conjunto.

¿Arte conceptual? Hombre … – decía Tápies con sorna-, siempre se puede explicar algo. La reflexión, en todo caso, es aquí abiertamente metafórica y está cargada de connotaciones emotivas. No podía ser de otra forma se está hablando del exilio. Es decir, de la experiencia de tener «el cuerpo en un sitio y el alma en otro» (Cernuda). Con el agravante implícito en la idea de exilio interior. ¿A dónde se emigra en ese caso? ¿En qué consistiría la nostalgia? Hay un sesgo autobiográfico en este recorrido del que un cerrojo y unas alpargatas pueden dar las claves; pero el relato propuesto no se agota ahí, ni siquiera en la conciencia de vivir en un tiempo de exilio económico generalizado. Otras historias se acogen en los magníficos sillones melancólicos de esta casa. Que es la suya.Post scriptum: Si le preguntan al artista por el título de su exposición, les remitirá, en primer lugar. Al de la biografía de María Moliner.

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