Presagio de mudanza
Fac ut portem Christi mortem, passionis fac consortem, et plagas recolere. Stabat Mater, XVI
Se olvidará de mí la vida un día, se olvidará la luz de despertarme, y el tornasol del Sol vendrá a velarme con Luna de mortaja compañía. Estoy ahí, ahí, la voz vacía, rogando ay y aliento para alzarme, en la garganta un garfio al que aferrarme, y el grito preso en la mordaza estría. Heme ahí sola carne desahuciada. Un cuerpo inerme, lívido e ingrato, recién ceniza lo que fuera llama. Heme aquí: esto. El alma descarnada. Como aguardando de otra voz mandato que le ordene: Levántate ÿ ama.
[1] Idea que reutilizaré en el último verso del Romance de la Guerra Civil, de “Poemas a quemarropa”, por razones distintas: ỷ ėnterrara en cal viva a todos sus herederos. Pero esa es, sin duda, otra historia.