Vindicación de lo abyecto

Daniel J. García López

Notas sobre Flaming Creatures

Hace poco se cumplió el cincuenta aniversario del mediometraje Flaming Creatures de Jack Smith, pionero en el cine underground estadounidense. Daniel J. García López analiza una obra donde se rompieron moldes, donde lo intermedio, lo ambivalente, lo monstruoso se cruzan y se rozan.

0.- Cuerpos raros, marginales, anormales. Cuerpos degenerados, siniestros, aberrantes. Cuerpos que se atraviesan, que se encuentran, que se violentan. Fragmentos de cuerpos, gritos de cuerpos, danzas de cuerpos. Cuerpos, simplemente. Y una cámara deambula de un cuerpo a otro, de una carne a otra, desenfocada, descentrada. Frenesí de una cámara cinematográfica ante cuerpos que se tocan y trastocan. Hay penes, sí, flácidos y masturbados, también vaginas y cunnilingus, pechos, piernas, brazos, labios –muchos labios carnosos y frágiles; una larga escena de pintalabios–, espaldas marcadas, axilas sin depilar, narices –reales y postizas–, máscaras que ocultan rostros que ocultan máscaras. Materialidad del cuerpo en primer plano.

1.- Hace poco tiempo se cumplió el cincuenta aniversario del mediometraje Flaming Creatures (1963) de Jack Smith (1932-1989), pionero en el cine underground estadounidense[1]. El film rompe con la estructura formal de la narración, con las categorías fijas, con la normatividad estética, técnica y sexual. No hay orden secuencial, solo delirio y planos imposibles sazonados con música popular.

La película, con ciertos aires a Un chien andalou de Buñuel y, en general, al cine mudo, deshace nuestras categorías sexuales y de género: travestismo, intersexualidad (hermafroditismo), ambigüedad genital, vampirismo. Una orgía de sexualidades no normativas, bizarras, extrañas, siniestras. Figuras mixtas que se entremezclan y no se entienden: τέρας, lo intermedio, lo ambivalente, lo monstruoso. Se cruzan y se rozan. Cada cuerpo es uno y otro. Cada genital es uno y otro. Mutan, se intercambian. Red de ambigüedades en la que confluyen el dolor y el placer.

Cuando el orden se ve amenazado, la represión no se hace esperar. Flaming Creatures fue prohibida: indecente, lasciva, inmoral, inhumana, sacrílega, contra natura, que incita al delito. Flaming Creatures fue condenada por obscenidad[2]. Por eso llegó a decir Susan Sontag que hay una obligación de defenderla[3]; defenderla de aquella cultura que trata de aniquilar lo anormal: privilegio heterosexual que se presenta como natural, origen y norma. Por eso nos dice Judith Butler que, con respecto a la película Paris is burning y que podemos traer aquí, es necesario crear espacios donde pueda «parodiarse, reelaborarse y resignificarse esas normas aniquiladoras, esos ideales mortíferos de género y raza»[4].

2.- Criaturas que van más allá de lo decible, de lo posible, de lo tolerable, de lo pensable, de lo admisible. Ocupan un espacio que está próximo pero es inasible, que fascina y atemoriza, que repugna e indigna. Cuerpos abyectos que nos atemorizan y nos atraen a un mismo tiempo. Como aprendimos de Julia Kristeva, «lo abyecto tiene una sola cualidad del objeto: la de oponerse al yo (Je[5]. Lo abyecto no es un objeto frente a mí al que nombro o imagino. Es lo excluido que me arrastra hacia el lugar en el que el sentido se desvanece. Lo despreciable que no puede ser ni objeto ni sujeto. Simple condición de perturbación de la subjetividad. En lo ab-yecto las fronteras entre el sujeto y el objeto no pueden ser mantenidas.

Los cuerpos abyectos que muestra Jack Smith mezclan, transgreden, desordenan. No respetan los lugares, los límites o las reglas, perturbando «una identidad, un sistema, un orden»[6]. Flaming Creatures se manifiesta desde lo subterráneo, desde lo horizontal, desde lo material, en el miedo a la naturaleza, en la insoportable condición de no-ser, en la animalidad o en la contaminación. Muestra la fragilidad de la frontera. Convierte a la identidad en una categoría evanescente, fluida y cambiante. El cuerpo ya no es una forma sólida pre-establecida. No hay sistemas cerrados. Los miembros se desmiembran. La unidad se hace multiplicidad. La coherencia es un privilegio al que ni siquiera se quiere aspirar. Los cuerpos abyectos cuestionan los códigos biológicos, éticos, ideológicos, sociales, económicos y jurídicos. Amenaza al orden y a la seguridad de la comunidad.    

3.- La abyección en tanto exuberancia se nos hace belleza[7]. Flaming Creatures excede, dilapida, derrocha, nos muestra el gasto inútil e improductivo. He aquí el acto soberano[8]. Si la lógica económica se desarrolla hacia el futuro, hacia el ahorro y la acumulación, los actos de los cuerpos abyectos de Flaming Creatures se sitúan en el presente, en el acontecimiento o en el instante sin límites que escapa a la lógica del beneficio, movimiento de pura pérdida improductiva. Los cuerpos no se unen paraactuar. Se mantiene una ausencia de obra. El exceso –la parte maldita– borra los límites de lo posible. Por eso aparece en forma de violencia que en última instancia conduce a la muerte, como en Las lágrimas de Eros.

4.- Cuerpos raros, marginales, anormales. Cuerpos degenerados, siniestros, aberrantes. Cuerpos que se atraviesan, que se encuentran, que se violentan. Fragmentos de cuerpos, gritos de cuerpos, danzas de cuerpos. Cuerpos, simplemente. Y una cámara deambula de un cuerpo a otro, de una carne a otra, desenfocada, descentrada. Frenesí de una cámara cinematográfica ante cuerpos que se tocan y trastocan. Hay penes, sí, flácidos y masturbados, también vaginas y cunnilingus, pechos, piernas, brazos, labios –muchos labios carnosos y frágiles; una larga escena de pintalabios–, espaldas marcadas, axilas sin depilar, narices –reales y postizas–, máscaras que ocultan rostros que ocultan máscaras. Materialidad del cuerpo en primer plano. Y este mismo escrito está compuesto de fragmentos de cuerpos; este mismo escrito es una abyección compuesta de retales, retazos y excesos. Espacios marginales ubicados en el cuerpo, único ámbito de la vida en el que el individuo posee una experiencia directa. Porque el cuerpo ha devenido un sistema semiótico, un texto codificado. Por eso el cuerpo, lugar ontológico puro, quizás sea de lo único sobre lo que, de alguna forma, tiene sentido hablar. Continuémonos en el cuerpo:

Notas

Notas
1Su único largometraje, Normal Love, también fue realizado en 1963. Otros trabajos (cortos y mediometrajes): Buzzards over Baghdad (1952), Scoth Tape (1961), No President (1967).
2Frye, B.L., «The Dialectic of Obscenity», en Hamline Law Review, vol. 35, 2012, pp. 229-278.
3Sontag, S., «Flaming Creatures, de Jack Smith» (1964), en Contra la interpretación y otros ensayos, Ed. Debolsillo, Barcelona, 2011.
4Butler, J., Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del “sexo”, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2002, p. 184.
5Kristeva, J., «Aproximación a la abyección», en Revista de Occidente, nº201, febrero de 1998, p. 111.
6Kristeva, J., «Aproximación a lo abyecto», cit., p. 114.
7«La exuberancia es belleza», cita de William Blake con la que principia Bataille su texto La parte maldita, Ed. Icaria, Barcelona, 1987.
8Me refiero a la concepción que se da en Bataille, G., «La noción de gasto», en Obras escogidas, Ed. Barral, Barcelona, 1974, pp. 37-58.
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