Imágenes inquietantes donde las haya. La apariencia de normalidad esconde algo que no apunta bien. Detrás de lo cotidiano hay algo que preocupa, casi paraliza, entramos en un terreno pantanoso.
Hambrientos desplegables. ¿Uno o miles? ¿Orquesta o ejercito de reserva? Orquesta para concertina. Ahora para parar el hambre, alambre de concertina, nombre musical, material de guerra, de instalación fácil que se extiende como un bandoneón (para tangar el paso, para escuchar la tristeza). África tiene hambre, pues que coma cuchillas. Como las que tapan los ojos de Juan Vida en las primeras imágenes. Para no ver los tendones desgarrados. Cortes, desgarros, punzadas para defender vuestros derechos. La conciencia es una materia difícil de gobernar.

Corazón grande. Barca de juguete para que navegue el niño, marinero, capitán. El corazón pesado que la va a volcar. Otra vez el mismo juego, a tapar los ojos para no ver el final, con cuchillas o con arena del mar. Causa de la muerte: a determinar en autopsia.

Tempestad dorada. Adorno sobre cómoda de formica, que reposa sobre encaje de ganchillo, deriva cotidiana, tempestad en la brecha, derechos, libertades, espacio privilegiado de convivencia, defensa contra las mafias ¿Porqué se mueve el adorno?

Otro infierno era posible. Silencio, angustia, la barca vacía. Reflejo de luna, pasó la guadaña y se llevó el añil. Quedó azul infierno detrás del cristal.
¿Cuál era su oficio? ¿Cómo se llamaban? ¿Qué dicen sus madres? ¿Sabían leer? ¿Qué es lo que querían? ¿Sabían nadar? Otra vez lo mismo, a cubrirnos la cara con tierra blanca. Autopsia para los muertos, psicólogos para los vivos.

Negro sobre blanco. Fuerteventura, primavera de 2004. Centro de Internamiento de Extranjeros “El Matorral”, instalaciones del antiguo cuartel de la legión. Sol de plomo, paredes inmensamente blancas que chocan con las sombras de novecientos negros que quieren pasar desapercibidos. El destino hay que esperarlo en silencio, si te cruzan la mirada gesto de reverencia. Al atardecer blanco y negro se desvanecen. Los guardianes hacen la ronda.

Realidad, deseo. Los ojos puestos en el paraíso, la niebla lejana que cubre la materia del deseo. Y más allá, la realidad es una fiera que devora los sueños.

Negrita bonita. Que trampa la del pintor. De lejos ojos hermosos, cara redonda apenas incomodada por tres moscas, que se pueden espantar fácilmente. De cerca pestañas de moscas, tristeza profunda. Es la pobreza, hermosa de lejos, terrible de cerca (de lejos colores vistosos, de cerca los sabañones). No pienses que solo en tu país anidó la moscarda.

Maleta, botijo, hambre, pitarra. Ajedrez de mentira. Partida a vida o muerte, esta de la vida. Maleta, cartón, para palmear las penas, botijo para guardar el agua del Bidasoa. Pero que iguales somos, en las despedidas sufrimos, abrazos cuando nos acogen, reímos, cantamos. Nos cuida la hospitalidad, la fiesta y el canto. Flores como cuchillos. Pequeño orificio de entrada que afectó a partes vitales, a la palpación “cráneo en saco de nueces” por explosión de proyectil. Sudario perfecto, niños envueltos como muñecas de trapo, para que las acune el mundo. Maldita la guerra. Niños soldados que la ciencia avanza. La culata del arma se adapta para que no dañe vuestro frágil hombro, ya podéis llegar al gatillo y usarla con todas las edades, de doce, de diez, de ocho, incluso con seis. Ánimo fabricantes, exportad la muerte, gobiernos frotaros las manos que llegan divisas con vuestras licencias, también mucho empleo. Muñecas de trapo para jugar nuestros hijos.
