Donde habitan los mirones

Alfonso Salazar

Una breve reflexión sobre una breve videocreación de Luis Miguel Aguilera que muestra amor y sexo, inspirándose en la leyenda de Eros y Psique.

Decía Juan Eduardo Cirlot que el color tenía una gran potencia erótica, mientras el blanco y negro ejercía como elemento pornográfico. Proseguía –en El mundo del objeto a la luz del surrealismo- diciendo que “El erotismo es místico, en el fondo, y panteísta; cree en la realidad del todo, en la hermosura del mundo, en la fusión de los seres en el alma universal. El espíritu pornográfico es realista, ignora todo cuanto no fluya de dos principios que están ahí, arrojados frente a frente, para tocarse sin poder tenerse: el sujeto y el objeto.”

No sé si este razonamiento ha iluminado a Luis Miguel Aguilera (Granada, 1973) en la consecución de su videocreación “Eros y Psique” (Málaga, 6´34´´), pero sí podemos estar seguros de que las imágenes pornográficas traídas a esta creación visual son el suceso inevitable de esos besos famosos con los que el cine americano marcó el imaginario popular a lo largo de décadas. Tras esos besos apasionados de soldados triunfantes con enfermeras abnegadas, leves mordiscos en el cuello de hermosas damas del Sur, boca con boca en tecnicolor, sucedía en la oscuridad de la sala y en el interior de la imaginación, poblada de imágenes de sexo y esfuerzos físicos. Dice Luis  Miguel que el beso es el símbolo del amor en nuestra cultura, y que es a la vez barrera que oculta las relaciones sexuales, en ese apagón, esa elipsis cinematográfica. Posiblemente también se trate del símbolo por antonomasia y el acercamiento de los labios, el uno en el otro, sea la metáfora permisible del amor sexual, oculto, ocultado y fornicante, el amor hecho en público.

Porque la mirada sobre el amor mostrado, en nuestra cultura, no permite la expresión del todo, sino la muestra, el leve botón, en defensa de la privacidad y la proscripción de la orgía. Y es la presencia de la mirada uno de los elementos principales de este “Eros y Psique”. La historia de Eros y Psique, metafórica casi moralista -como todas las leyendas-, cuenta cómo Eros prohibió a Psique, tras raptarla, que ni siquiera lo mirase con el fin de preservar su identidad. Así sólo visitaba a la ninfa de noche. La infracción de la norma condenó a Psqiue -curiosa, fisgona-, a cumplir ciertos trabajos para Afrodita y tuvo que visitar los infiernos. Conseguido el perdón del amado y su suegra, entre Eros y Psique parieron a Voluptas, o Placer.

En este “Eros y Psique” de Luis Miguel Aguilera está la presencia inevitable del mirón. Del placer del voyeur engendrado entre Eros y Psique, entre amor y “alma”. No sólo somos aquellos que miran la pantalla, no sólo somos los que miramos la muestra del amor permisible en la calle, en la plaza, en el parque, no sólo los que miramos de reojo el amor prohibido a través de una incauta ventana abierta, sino que toda la videocreación se muestra, casi, por el ojo de una cerradura: donde habitan los mirones.

“Eros y Psique”, de Luis Miguel Aguilera se proyecta en el Festival de Cine de Málaga el día 23 de abril de 2012 a las 17:25 y a las 22:00 h

NOTA, 27-4-12: Premio Festival de Málaga a la mejor producción de vídeo de animación o experimentación

https://www.diariosur.es/20120419/local/festival-malaga/eros-psique-amor-sexo-201204191905.html

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