La búsqueda de la competitividad y el beneficio dieron lugar a modelos organizativos que se extendieron bajo el dictado de la “eficiencia” y “la calidad” a finales del siglo XX. Desde el inicio de las organizaciones inteligentes, auspiciadas por el pensamiento de izquierdas, (debían evaluar las demandas sociales para alcanzar una satisfacción más acorde) hasta la cristalización de modelos organizativos, en los que prima la rentabilidad y el beneficio, han transcurrido apenas tres décadas. Y aún menos desde que la estandarización, la evaluación, la persecución de la “calidad” y la “excelencia” se extendieron a los servicios. Sanidad, educación y cultura confluyeron en este modelo cuyo horizonte es la “satisfacción del cliente”. Su cristalización (Norma ISO) ha conseguido desplazar las antiguas formas de legislar e imponer un modo experto, que burla los centros de decisión democráticos y resta soberanía a los Estados. Desde la publicación de la Guía de Apliación de la Norma Iso a la Educación (2001) que introduce la norma, el Plan Bolonia y el Plan de Calidad para el Sistema Nacional de Salud que consolida el sistema contractual y prioriza la rentabilidad, hasta el día de hoy ha llovido mucho. No sólo la apabullante “crisis económica”. Soterradamente una revolución industrial llegada de América recorre toda la política científica europea. Y las formas organizativas que habían logrado en poco tiempo empresarializar a la sociedad, sirven de nuevo a otro objetivo gracias a las Converging Technologies: la rentabilización de todo lo real.
El background conceptual de todo este artefacto sistémico-organizativo es la Ciencia Cognitiva. La definición de “cogno” que circula como moneda gastada reza así: “El conjunto de ciencias y tecnologías cognitivas y del cerebro, de la conducta y de la interacción social”. Consideraciones teóricas aparte, se trata de un “saber” que no pretende conocer, sino controlar. Identificar, clasificar, seleccionar, distribuir y también persuadir, forman parte de sus funciones. Sus expresiones han colonizado los lenguajes otrora receptivos a la reflexión humanística (derecho, filosofía, pedagogía, psicología, historia, etc.) y, como lenguaje ha logrado organizar y racionalizar el orden empresarial y la progresiva empresarización de los servicios, de la cultura. Ahora, además, sirve de urdimbre a las tecnologías convergentes, para controlar y recrear un consumidor de productos nano.
La nanotecnología no es una rareza, es el futuro. El nuevo modelo de desarrollo tecnocientífico se reúne en torno a estas CT (Converging Technologies) bajo el paraguas de las agencias tecnocientíficas. Agencias, naturalmente, que funcionan partiendo de este nuevo lenguaje “científico” sobre lo humano. En EEUU la National Science Foundation (NSF) publicó en 2001 un macroprograma de investigación denominado Converging Technologies for Improving Human Performance (CTIHP). En él se estableció por primera vez la convergencia Nanotecnología, Biotecnología Informática y Ciencia Cognitiva (NBIC). En Europa, los programas de convergencia se calificaron por la Comisión Europea como “la mayor iniciativa de investigación del siglo XXI”. España se hizo eco de esta iniciativa y organizó un primer estudio en base a cuatro talleres (workshops): “Converging Technologies and Neurotechnology”, “Converging Technologies and Information Technology”, “Converging Technologies and Genomics” y “Education and Converging Technologies” (Barcelona 2004). El estudio comprendía aquellos ámbitos en los que España podía ofrecer un mejor balance: neurotecnología, tecnología de la información, genómica y educación como ámbito imprescindible para la puesta en marcha. Luego vendrían el Converting Technologies Forum de 2005, y otras iniciativas con más realidad como los Planes de I+D+i de las comunidades autónomas y los trabajos de investigación física y biomédica financiados.
Tal como se desprende el informe CTIHP norteamericano y de las ilusiones europeas depositadas en esta convergencia, esta “nueva revolución industrial” parece haber asumido ideológica y pragmáticamente la misión de reconvertir nada menos que el sistema productivo en su totalidad a partir de la nanomanipulación de átomos y moléculas, para generar una nueva forma industrial, de servicios, de comunicación (TIC+NTC) y una nueva forma de humanidad consumidora (“transhumanidad” la llaman). También se habla de “la necesidad de reformar todo el sistema educativo”.
La convergencia TIC y NBIC es, en efecto, el maridaje perfecto para unir ciencia y capitalismo. Y esto ha sido posible gracias a varios acontecimientos: la reducción del deseo a demanda inducida por los saberes expertos; la reducción de la comunicación a una comunicación explícita y mensurable gracias a la revolución TIC; la formulación de la mecánica cuántica y la ingeniería a nivel atómico; la construcción del microscopio de efecto túnel (STM), que permite la microscopía de fuerza atómica, AFM, y la microscopía electrónica de barrido de alta resolución, capaz de representar cada átomo concreto; la invención de los nanotubos de carbón, de vital importancia para el desarrollo de las NTC; la invención de un sistema de realidad virtual conectado al microscopio túnel para crear simulaciones de átomos nanotecnológicamente modificados; la creación de transistores usando nanotubos de carbón, que hizo converger las NTC y TIC. Y finalmente, la confluencia de NTC, TIC y biotecnología con la creación en 2000 del primer motor de DNA a partir de la NTC.
Las Converging Technologies tienen intereses comunes: revolucionar la producción, la comunicación (NTC+TIC), la distribución, la prestación de servicios y la creación de un mercado total de la vida. El sujeto que decide, que duda en su elección, que sigue su capricho, que se inhibe o se demora sin consumir o sin seguir más consejos que los provenientes de sus amigos, o que se aisla o retoza al margen de la experticia, parece ser un gran estorbo al progreso. El sujeto que “gestiona racionalmente” los recursos, el conocimiento y la necesidad, conectado a las redes pertinentes, se divirtierte virtualmente y apacigua su malestar y su angustia con farmacogenómicos o nanopíldoras ignorando el deseo. Este “agente” nacido para la “gestión” parece ser el sustituto de aquel tarambana ocioso, que deambulaba con su deseo incierto, se acercaba a la amistad, leía poemas, vivía el amor como consolación, y trabajaba duro sin saber muy bien porqué.
La llamada “ciencia cognitiva” aporta luz al camino hacia la “transhumanidad”; y de paso, los conceptos y las rejillas clasificatorias para ordenar “datos” y “resultados” en “procesos” orientados a la supuesta “satisfacción” del cliente. Mientras las agencias suscitan la demanda experta y requieren a las administraciones sanitarias, educativas, etc, su compromiso. Por su parte la nano (de la que hay que esperar lo bueno y lo no tan bueno) genera el producto y la bio las realidades de consumo, asumiendo la info la tarea de prestar su potencial para interconectar todos los elementos. Las tecnologías convergentes se promueven en agencias que planifican y diseñan la reconversión nano de la producción meso y micro convencional. Ya no se trata de conocer (ciencia), sino de aplicar y producir (tecno) buscando el beneficio (en las agencias comparten mesa empresarios, ingenieros, economistas, científicos siguiendo el dictado de lo posible y rentable). El lastre de una sociedad civil reivindicadora de su historia, de sus modos de vida un tanto desordenados y de sus inercias morales, más o menos neuróticas, debe desaparecer para que esta dinámica penetre sin la mayor resistencia. La “ciencia cognitiva” barre del mapa de las referencias fiables a la sociología, la historia, la filosofía (salvando a los conversos) e impone su visión reduccionista del sujeto en sus relaciones con los otros, con el cuerpo, con la memoria, con la historia y con el mundo. Las NBIC por su parte revolucionan y crean la realidad que demandará la sociedad mediatizada por los expertos, cuyas estadísticas tienen como los augures el privilegio de interpretar el deseo de los dioses. El lema de estos ideólogos: “Si Cogno puede pensarlo, Nano puede construirlo, Bio puede mejorarlo e Info puede controlarlo”.